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¿Por qué Napoleón ocultaba su mano en los retratos?

No tiene nada que ver con una deformidad ni con un tumor en el estómago

Cada vez que imaginamos a Napoleón Bonaparte es probable que surjan las mismas dos características. Se hablaba de él como de muy baja estatura, tanto que los caricaturistas británicos contemporáneos disfrutaban llamándolo Little Boney. Aunque tampoco era tan bajo ya que medía: 1,68 metros. La segunda característica típica de Napoleón era su mano derecha siempre metida entre los botones de su camisa, chaleco o chaqueta.

Esa pose distintiva ciertamente apareció en numerosos retratos del emperador sin importar lo que estuviera haciendo, desde estar parado con tranquila dignidad en su estudio hasta retirarse de su desastrosa campaña rusa. Se ha afirmado, sin que exista de ello ninguna evidencia, que Napoleón escondía su mano porque había sufrido una herida de guerra y le había quedado deformada. Al ocultarla también ocultaba lo que pensaba era una debilidad. Pero esto no es cierto. También se ha barajado la idea de que estaba constantemente presionando su estómago para aliviar su dolor crónico. Esta versión podría tener más sentido ya que se cree que fue un cáncer de estómago lo que pudo con él en 1821.

Pero la verdad tiene mucho menos que ver con estos dos mitos y más con una costumbre propia de la época y con el arte de los retratos de los siglos XVIII y XIX. Ocultar una mano en una camisa se convirtió en una pose común en las pinturas de aquellos tiempo, como símbolo de la nobleza y la moderación de un estadista. Según un libro de 1737 sobre etiqueta, The Rudiments of Genteel Behavior, (Los rudimentos del comportamiento gentil) de François Nivelon, esta pose simbolizaba “la audacia varonil templada con modestia”. Esa idea puede remontarse a la antigua Grecia, cuando el eminente orador Esquines declaró que hablar con un brazo dentro de la capa era un signo de modestia. Y Napoleón era un gran admirador de la cultura helénica, algo muy patente, entre otros aspectos, en su apoyo al estilo imperial, el hijo común del arte clásico.

De hecho, Mozart, George Washington, Karl Marx, Lafayette y el duque de Wellington, entre otros, también posaron de la misma forma. Napoleón, por su parte, estaba muy orgulloso de mostrar esta postura inspirada en la antigüedad clásica. Algo que habría inspirado a hombres y mujeres a retratarse de modo similar. También vale la pena señalar que las manos son sumamente difíciles de retratar con precisión, por lo que quizás ocultar al menos una de ellas, era un alivio para artistas menos talentosos. Y es que Napoleón comprendió la importancia de la imagen mejor que la mayoría: en su resplandeciente coronación como emperador en 1804, se coronó a sí mismo para significar que había ascendido por sus propios méritos. La pose lo tenía todo: la dignidad de un estadista templada con la modestia de un líder trabajador.

En cuanto a la imagen más famosa de él (y en la que se basan todos los mitos de su mano oculta), la pintura de Napoleón realizada por Jacques-Louis David de 1812, cuentan que el corso al verla aseguro: "Me has entendido, mi querido David”.

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