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De cómo Humboldt recuperó una lengua perdida gracias a un loro

Ocurrió en su viaje por Sudamérica, a finales del siglo XVIII y él mismo relató lo ocurrido en su diario

El 5 de junio de 1799, se inició uno de los viajes más importantes de descubrimiento naturalista de la historia. Uno que pasó a la historia por muchos motivos, entre ellos por un loro, una tribu desaparecida y una lengua recuperada. Pero vamos con los inicios. Aquel día, quien embarcó desde el puerto de La Coruña, con rumbo al continente americano fue Alexander von Humboldt, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador alemán. Sus viajes fueron tan determinantes como aquellos de Darwin. Realizó investigaciones en campos tan diversos como física, zoología, climatología, oceanografía, geología, mineralogía, botánica, vulcanología… Fue un adelantado a su época: el primero en hablar sobre cambio climático y reconocido por la Academia Francesa de Ciencias como el nuevo Aristóteles.
Humboldt llegó a mediados de julio a Venezuela y se dirigió hacia el interior, a lo largo del río Orinoco persiguiendo la cuenca del Amazonas antes de regresar a la costa caribeña. Luego Cuba, Colombia, Ecuador Perú y México y finalmente regresó al Caribe. En su periplo realizó detallados informes de la flora y fauna del monte Chimborazo de Ecuador (que en ese momento se pensaba que era la montaña más alta del mundo) descripciones del clima local en cada ciudad en la que estuvo y las mejores rutas de navegación…por algo la corriente oceánica que fluye a lo largo del oeste del continente americano fue nombrada en su honor. A su regreso, y para tener una idea del material recopilado en 5 años, pasó más de 20 (entre 1804 y 1827) ordenando toda la información que había traído y compilando en treinta volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Al poco tiempo se convirtió en uno de los principales conjeros de Federico Guillermo III de Prusia y más tarde, por encargo del zar Nicolás I, realizó un viaje a los Urales, con el objeto que hallar nuevos yacimientos de platino oro y otros minerales. Como no podía ser de otro modo, extendió su viaje hasta llegar a la frontera con China. Dedicó los últimos veinticinco años de su vida a la redacción de Cosmos, su visión de la estructura del universo.
Pese a todo ello, una de las anécdotas más conocidas de Humboldt ocurrió en el inicio de sus viajes, durante su exploración del río Orinoco. Allí Humboldt se quedó con una tribu indígena vinculada a los Caribe cerca del aislado pueblo de Maypures. La tribu, según cuenta la historia, tenía varios loros domesticados enjaulados alrededor del pueblo, a muchos de los cuales se les había enseñado a hablar, aunque uno, señaló Humboldt, sonaba notablemente diferente al resto. Cuando preguntó a los lugareños por qué este loro “hablaba” de un modo tan diferente, le dijeron que había pertenecido a una tribu vecina, que había sido enemiga de los caribes. Estos los habían habían expulsado violentamente de su tierra y hasta aislarlos tanto que se extinguieron. El loro fue, en consecuencia, la última criatura viva que hablaba el idioma de esta tribu extinta.
Afortunadamente, Humboldt tuvo la previsión de transcribir fonéticamente alrededor de 40 palabras del vocabulario del loro en su cuaderno, salvando el idioma de la tribu del olvido. Es el propio Humboldt quien habla sobre esto en el segundo volumen de sus Viajes a las Regiones Equinocciales de América:
Circula una tradición entre los Guahibos, que los belicosos Atures [la otra tribu local], perseguidos por los caribes, escaparon a las rocas que se levantan en medio de las Grandes Cataratas; y allí esa nación, hasta ahora tan numerosa, se extinguió gradualmente, al igual que su lengua. Las últimas familias de los Atures aún existían en 1767 ... En el período de nuestro viaje, se mostró un viejo loro en Maypures, del cual los habitantes decían —y el hecho es digno de observar— que no entendían lo que decía, porque hablaba el idioma de los Atures".
Aparentemente, los Atures eran la tribu que los caribes locales llevaron a la extinción, y son sus palabras las que Humboldt debe haber registrado en su diario para salvar una lengua de otro modo, perdida.

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