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Iberia-Hispania, la tierra deseada donde había oro y plata

Iberia fue, realmente, muy diferente al resto de territorios mediterráneos. Los íberos constituyeron una gran civilización porque habitaron una tierra única, repleta de minerales y de recursos naturales inagotables, un territorio deseado por todos. Los extranjeros que venían a la península lo hacían en busca de plata y oro.

Iberos, fenicios, griegos, púnicos y más tarde romanos hicieron de la península ibérica una tierra única, muy diferente al resto de territorios mediterráneos. Desde finales del siglo VIII a.C. (Edad de Bronce) se había configurado un abanico social complejo, de características diversas según las regiones, que se han denominado pueblos prerromanos. Hacia el año 500 a.C. estas sociedades en la franja costera mediterránea, estaban ya organizadas con peculiaridades comunes en cuanto al uso de la tecnología del hierro, a las costumbres funerarias, el uso del torno en las cerámicas y una estructura lingüística similar. A partir del siglo IV a.C. esta cultura comienza a extenderse por amplias zonas del interior peninsular y zonas pirenaicas. En esencia, esta civilización sobrevivirá hasta bien entrado el siglo II a.C. y, aunque los romanos conquistaron la península ibérica imponiendo su lengua y leyes, observamos a nivel arqueológico que la presencia y costumbres de estos pueblos prerromanos perdurarán varios siglos más tras la conquista.
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Mapa de HispaniaiStock

A este territorio los griegos lo llamaron Iberia, pero el nombre de España proviene de Hispania, nombre de origen romano con el cual se distinguía a nuestra península del resto de territorios mediterráneos. Pero es curioso que ese término no tiene raíz latina, lo que ha llevado a formular diversas teorías a cerca de su origen. Una de ellas nos cuenta que proviene del fenicio I-spn-ya, término que está documentado en inscripciones desde, al menos, el año 2000 a.C. En el siglo XVIII se pensaba que ese término podría significar “tierra del norte” ya que spn significaba en hebreo y arameo “norte”, y se especulaba que los fenicios habían descubierto nuestro territorio bordeando la costa africana quedando de esa manera al norte. Otra teoría dice que cuando llegaron los fenicios a nuestras costas, lo primero con lo que se sorprendieron fue la abundancia de conejos y es por ello que bautizaron a nuestro territorio como “shapán”, nombre con el que estos comerciantes denominaban a estos pequeños animales muy comunes en el norte de África y Oriente Medio. Por ello, se dice que los fenicios llamaron a esta región I-shepham-im, que se podría traducir como “costa de conejos”. Cuando llegaron los romanos tomaron ese término e interpretaron el prefijo i (costa) con un significado más amplio pasando a denominarlo como región. Cicerón, Plinio el Viejo, Catón y Tito Livio se refieren a Hispania como “tierra abundante en conejos”, incluso se acuñarán monedas con deidades a cuyos pies aparece la figura de un conejo que personifica la península ibérica.
Pero las teorías más aceptadas en la actualidad nos cuentan que I-span-ya se traduce como tierra donde se forjan metales, ya que spy en fenicio (raíz de la palabra “span”) significa batir metales.

Una tierra única

Iberia fue, realmente, muy diferente al resto de territorios mediterráneos. Los íberos constituyeron una gran civilización porque habitaron una tierra única, repleta de minerales y de recursos naturales inagotables, un territorio deseado por todos.
Desde la época prehistórica circulaban leyendas por todo el Mediterráneo de que los barcos fenicios partían desde nuestro territorio cargados de plata y oro. Lógicamente estas historias eran conocidas por otros pueblos que mostraban su interés por nuestro territorio. Como la historia se repite una y otra vez, ya desde época prerromana todos los extranjeros que se adentraban en la península perseguían los metales (plata principalmente) con los que poder financiar sus guerras y batallas. Iberia era sin duda un lugar estratégico pues con sus minas de plata se podía sufragar una economía monetaria, y es por ello que las grandes civilizaciones mediterráneas deseaban nuestro territorio.

Recuperándola del olvido

En 1970 se descubre en Granada la Dama de Baza. Al poco tiempo, en Pozo Moro (Albacete), se desentierra uno de los monumentos funerarios más emblemáticos con un extraordinario conjunto de relieves. En 1975 se descubre en Porcuna (Jaén) el mayor conjunto escultórico de la península ibérica, Cerrillo Blanco, con una clara vinculación e identidad Mediterránea. Y, a partir de la década de los años 80, se comienzan a investigar en profundidad los conjuntos cerámicos, las armas, se realizan excavaciones arqueológicas en poblados, santuarios, necrópolis, etc… De esta forma nacerá una nueva identidad, la cultura de los íberos, una gran civilización que habitó en Iberia durante casi siete siglos de historia.

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