¿Por qué se guardó durante 200 años la tarta de boda de la reina Victoria?
En su época fue una atracción turística de 150 kilos y 10 metros de diámetro
A lo largo de la historia, los pasteles de bodas son una incorporación relativamente reciente. Y una de las personas que inauguró esa tradición fue la reina Victoria, de Inglaterra. Desde entonces, desde la boda de Victoria con el príncipe Alberto, en 1840, cada tarta de una casa real presenta diseños significativos que están destinados a reflejar las personalidades de la pareja, así como el significado de su unión.
La reina Victoria se casó con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo y Cotha (más tarde príncipe consorte) el 10 de febrero de 1840. Fue el primer matrimonio de una reina inglesa reinante en 300 años. El pastel de bodas tenía tres pisos, pesaba unos 150 kilos, unos 40 centímetros de alto y 10 metros de diámetro. En el nivel superior incluían bustos de la parejas. Victoria y Alberto también fueron uno de los últimos matrimonios felices de la monarquía británica: tuvieron nueve hijos, la mayoría de los cuales se casaron con otras familias reales europeas.
En aquella época los pasteles de boda solían ser pasteles de frutas de una sola capa cubiertos con un glaseado blanco rígido, el material de años de tradición inglesa. Pero en el siglo XIX, una especie de invasión francesa arrasó las cocinas de la nación. Se volvió elegante comer alimentos afrancesados como una forma de presumir de riqueza y buen gusto. Así, la tarta de la pareja real era un típico pastel de ciruelas inglés or dentro pero por fuera "estaba adornado con esculturas de Britania, la pareja real en traje romano y uno de los omnipresentes perros de Victoria, para sugerir fidelidad", explica la experta en la época victoriana Emily Allen.
Antes de llegar a la fiesta, la tarta de bodas se convirtió en una atracción por sí misma. La gente hacía fila en la tienda para mirar por el escaparate y se sortearon números para entrar en la tienda y echar un vistazo de más cerca. Sería de esperar que, con tanta expectativa, el pastel se hubiera devorado por completo en la boda. Pero no fue así. El 14 de septiembre de 2016 se subastó, en la casa Christie's, una porción de aquella tarta por unos 2000 euros actuales. El vendedor fue el coleccionista David Gainsborough Roberts, un millonario conocido por poseer algunas de las joyas más valoradas del último siglo, como la pistola de John Dillinger, vestidos de Marilyn Monroe y hasta ropa interior de la reina Victoria. La porción de la famosa tarta fue subastada con una caja en la que se podía leer "El pastel nupcial de la reina" (“The Queen's Bridal Cake Buckingham Palace, Feby 10, 1840”, en el original), incluía la firma de la monarca, el sello real y una carta de los Archivos Reales del Castillo de Windsor relacionada con el pastel.
A quién se le ocurrió guardar esa porción y cómo supo que sería necesario una carta y una caja oficial para guardarla, es algo que no se sabe. Al igual que se desconoce cómo se conservó tanto tiempo.