Los planes más extraños para terminar la II Guerra Mundial
Ponerle pechos a Hitler, soltar murciélagos o crear una isla de hielo y madera entre otras posibilidades.
La Segunda Guerra Mundial se cobró la vida de más de 60 millones de personas. La mayoría de ellas civiles. Fueron tiempos en los que cualquier estrategia era válida para terminar con las muertes. Y cuando decimos cualquier opción, hablamos de las más bizarras.
Uno de ellos fue ideado por la Oficina de Servicios Estratégicos de EE. UU. (la semilla de la CIA). Su director, Stenley Lovell afirmó que en “el espectro de género, Adolf Hitler estaba muy cerca del medio, en la línea que divide a hombre y mujer”. La oficina de Lovell decidió que si podía empujar a Hitler hacia su lado femenino (lo que quiera que eso significara entonces) perdería el control y la guerra podría ganarse. E idearon una estrategia. De acuerdo con Brian Ford, de la Universidad de Cardiff, “había un plan aliado de colocar estrógeno enla comida de Hitler y cambiar su sexo para que se volviera más femenino y menos agresivo. Los aliados lo expresaron bastante bien: el plan es quitarle los bigotes y ponerle pechos”. Obviamente nunca se llevó a cabo.
El segundo puesto en esta extraña lista lo podría ocupar el inventor británico Geoffrey Pyke. En 1942 a Pkye diseño un material que bautizó como pykrete y que estaba formado en un 14% por serrín y en un 86% por hielo. Su idea era usar este material para construir una enorme isla flotante, del tamaño de un portaaviones, para que actuara como zona de abastecimiento en el medio del océano. Winston Churchill se interesó por el proyecto lo suficiente como para que recibiera un nombre en código, Proyecto Habakkuk, y que se construyera un prototipo de unos 20 metros de largo por 1o de ancho….que pesaba mil toneladas. Tampoco tuvo éxito.
También merecedor de un sitio en el podio, la bomba murciélago fue un invento de la misma mente que desarrollo el napalm o agente naranja: Louis Fieser. La bomba murciélago era un arma de poco más de un metro de largo en cuyo interior podían apretujarse cientos de murciélagos cola de ratón con pequeños dispositivos incendiarios. El plan era liberarlos sobre Japón para que se dispersaran en un radio de 30 a 60 kilómetros, cerca de los edificios de madera altamente inflamables e incendiar la ciudad. Las primeras pruebas con murciélagos y explosivos resultaron en un incendio accidental en una base aérea en Nuevo México. Se realizó otra prueba en una maqueta de una aldea japonesa en Utah. Este intento fue más exitoso, pero la investigación sobre la bomba atómica avanzó más rápido y la bomba murciélago nunca levantó vuelo.
Tampoco lo hizo el Proyecto Pigeon, la creación del psicólogo Burrhus Frederic Skinner. El plan de Skinner era utilizar palomas para guiar una nave, similar a un planeador, equipada con una bomba. Se colocarían varias palomas en el interior y frente a una pantalla para que guiaran al planeador a destino, pulsando en la pantalla para trazar la ruta. Se llegó a invertir una suma importante de dinero, lo que hoy serían medio millón de euros. Pero nunca despegó.
Finalmente un plan que muchos autores han dado por sentado: el secuestro del Papa Pío XII. De acuerdo con el testimonio de Erwin von Lahousen (general mayor del ejército alemán) en los juicios de Núremberg, Hitler habría ordenado que se castigara al pueblo italiano secuestrando o asesinando a Pío XII, pero el almirante Wilhelm Canaris, director de contrainteligencia alemán le informó de ello a su homólogo italiano y se consiguió evitar el secuestro. ¿Qué hubiera pasado de haber tenido éxito? Nunca lo sabremos.