El primer ciberataque de la historia
Se produjo en Francia en el año 1832 y no fue descubierto hasta 4 años después
En apenas un año, los ciberdelincuentes se han hecho con más de 2.000 millones de euros en España. Pero estos delitos de ataque a las redes de comunicación son mucho más antiguos de lo que pensamos y comenzaron antes que existiera internet. De hecho el más antiguo del que se tiene registro fue 12 años antes que Samuel Morse enviara su primer mensaje, de Washington a Baltimore en 1844. Pero este no fue el primero de todos. Este honor le corresponde a Francia.
Cincuenta años antes que llegara Morse, en 1794 y a instancias de Napoleón Bonaparte, se transmitió el primer mensaje telegráfico de la historia entre Lille y París. El mensaje recorrió 22 torres y un total de 230 kilómetros antes de llegar a su destino. En poco tiempo Francia tendría una red de más de 5000 kilómetros compuestos por torres de telégrafos ópticos. El funcionamiento era sencillo. Los operadores, cuatro personas en cada torre, utilizaban binoculares, telescopios u otros sistemas con lentes para larga distancia con el propósito de observar las torres vecinas. Para transmitir mensajes, los operadores tenían que duplicar con su propio semáforo (un artilugio de vigas de madera controladas por cuerdas y poleas) la posición del semáforo que veían en la estación vecina. De este modo, los mensajes se podían transmitir rápidamente de una estación a otra.
Entonces llegan los protagonistas de esta historia. Todo comenzó en 1832 con los hermanos franceses Joseph y François Blanc. Estos gemelos trabajaban en la bolsa de valores de Burdeos, dependiente de la de París. En aquellos tiempos un indicador crítico en el mercado era la tasa a la que se negociaban las obligaciones del gobierno (como ahora básicamente). Si la tasa subiera drásticamente en París, sería lógico deducir que algo similar ocurriría en Burdeos. El problema es que la información llegaba con cinco días de demora a Burdeos. Por lo tanto si alguien pudiera conocer estos datos con anticipación…
Y los Blanc encontraron una forma de hacerlo. Primero se aliaron con un cómplice en París que vigilaría la bolsa de valores y entregaría las noticias a un operador de telégrafos en Tours, que también estaba en el ajo. Obviamente no se le podía pedir que transmitiera mensajes sobre la bolsa de valores: la red era de uso exclusivo del gobierno y el engaño hubiera sido detectado rápidamente. ¿Qué hicieron entonces? Al igual que ahora sucede con ciertos tipos de malware, los hermanos Blanc introdujeron un bug o un error en la red. La idea era brillante: le dijeron al operador de Tours que cometiera una serie de errores específicos y altamente improbables en las transmisiones para señalar aumentos o caídas dramáticas en el mercado de valores de París.
Cuando algún operador cometía un error en el mensaje (algo nada extraño, todo estaba controlado por humanos) se enviaba un mensaje después con las señas correctas. Ambos mensajes se enviaban a todas las torres siguientes, aunque solo quedaba como válido el segundo y el erróneo se borraba. Pero los hermanos Blanc y sus cómplices estaban alertas y cuando llegaba el mensaje “erróneo”, que contenía la clave de subidas o bajadas en el mercado de París, ellos lo recibían y llevaban a cabo sus apuestas…sobre seguro. La estafa duró hasta 1836 y se descubrió por un accidente: el operador corrupto de Tours se enfermó. Cuando fue reemplazado, intentó captar a su sustituto, pero este los denunció.
Los hermanos Blanc fueron llevados a juicio pero como no había ninguna ley contra el uso indebido de esta red pionera, fueron declarados inocentes del “primer ciberataque de la historia”.