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¿Quiénes fueron las amantes de Luis XIV?

En la cama con el rey Sol. Muchas mujeres pasaron por la vida del famoso emperador Luis XIV de Francia.

Si bien es cierto que consolidó la nación francesa como una superpotencia europea con sus 72 años de reinado, aquel niño que se convirtió en rey a la edad de cuatro años pasaría a la historia como el Rey Sol o Luis el Grande de Francia. Aparte de consolidar un entrono estético, económico, político y cultural que colocó a Francia en un lugar destacado, el rey también destacó por ser excesivamente generoso con su amor por las mujeres.

Como muchas personas con demasiado tiempo y dinero en sus manos, los miembros de la realeza que ocuparon Versalles en el siglo XVIII tenían fama de entregarse al libertinaje. Fueron los precursores del exceso y la indulgencia del deseo. En concreto, Luis XIV, el Rey Sol, era particularmente conocido por su comportamiento con las mujeres. Luis XIV fue coronado el 7 de junio de 1654 y reinó como rey de Francia durante 61 años. A lo largo de su vida, tuvo innumerables aventuras o amantes, antes, durante y después de su matrimonio con la reina María Teresa, entre ellas la marquesa de Montespan y la duquesa de La Vallière, las cuales le dieron varios hijos legítimos.

Se decía que tenía buen ojo para las mujeres. Su primer amor, Marie Mancini, fue la sobrina de Mazarin, pero tanto el cardenal como Ana de Austria se opusieron vehementemente a esta unión, y el breve encuentro entre el rey y la princesa el 22 de junio de 1659 fue el último antes de que fuera desterrada de la corte a exilio. Finalmente, el rey acordaría casarse con la infanta española, María Teresa de Austria, el 9 de junio de 1660, de acuerdo con el Tratado de los Pirineos, que puso fin a la guerra franco-española. Y no tardarían en llegar las amantes...

La primera amante oficial de Luis XIV, Luisa de La Vallière, una noble francesa vivió en la corte de 1661 a 1674. Le dio al rey cuatro hijos, dos de ellos sobrevivieron y fueron legitimados como tales: Marie-Anne de Bourbon, conocida como Mademoiselle de Blois, y Louis, Count de Vermandois. Sin embargo, harta de ser menospreciada por el rey, acabó recluyéndose como religiosa y dedicado sus días a la oración.

Hay que destacar también a Olimpia Mancini, condesa de Soissons quien, junto con dos de sus primas, acabaron siendo conocidas como las “Mazarinettes” pues su tío, el cardenal Mazarino, era primer ministro del rey. Todas ellas acompañaron a sus aposentos al rey. Su romance que empezó en 1654, terminó en 1657, pues esta acabó casándose con el conde de Soissons. Sin embargo, solo seis meses después del matrimonio dio a luz a un hijo. El padre probable, no era sino Luis XIV. Posteriormente, la condesa y el rey volvieron a retomar su romance durante unos meses, durante 1660-1661.

Aanne-Madeleine de Lisle Marivault, marquesa de Calvisson, fue otra de las amantes del rey. Se conocieron en un baile de máscaras organizado por Madame d'Argencourt, donde Luis XIV se sintió inmediatamente intrigado por su animada conversación. No duró demasiado este romance durante 1657.

La marquesa de Montespan también sucumbió al encanto real, durante la campaña de Flandes en 1667. No pasó mucho tiempo antes de que se mudara a un prestigioso apartamento que estaba directamente conectado con el de su amante. El rey también le dio a la marquesa el palacio Clagny, que se convirtió en el hogar de los numerosos hijos que tuvo con el rey, seis hijos legítimos en total.

Otra de las mujeres que se ganó el amplio corazón del rey fue Françoise d'Aubigné, que más tarde se convertiría en Madame de Maintenon. Con su dulzura y encanto, se acabó casando en secreto con el rey de Francia tras la muerte de la reina durante la noche del 9 al 10 de octubre de 1683, en presencia de Louvois y de Bontemps.


María Mancini, princesa de Colonna, la hija de un jardinero con la que tuvo una hija, o Bonne de Pons, Madame d'Heudicourt, fueron otros de los muchos nombres que habría que incluir en esta larga lista de amantes.

Eso sí, hacia el final de su vida, el rey Sol se interesó mucho menos en tener lo que llamaríamos... aventuras de una noche, principalmente por la influencia de Madame de Maintenon que quería conducir al rey por un camino algo más virtuoso.

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