Cinco usos de la orina a lo largo de la historia
Para higiene, explosivos, moda y medicina.
La consideramos desechos pero mirando con lupa, a lo largo de la historia la orina ha mostrado tener usos inesperados. Básicamente consiste en agua, urea (del metabolismo de los aminoácidos), sales inorgánicas, creatinina, amoníaco y productos pigmentados de la descomposición de la sangre, uno de los cuales, el urocromo, le da a la orina su color típicamente amarillento. La creatinina se utiliza para dar energía a los músculos y de hecho es una sustancia permitida por el Comité Olímpico Internacional. El 80% del amoníaco producido por la industria se utiliza en la agricultura como fertilizante, también se utiliza como gas refrigerante y en la fabricación de plásticos, explosivos, textiles, pesticidas, tintes y otros productos químicos. Pero muchos de esos usos se han descubierto en las últimas décadas y la orina, en su conjunto, tuvo otros usos previos.
En la antigua Roma era común observar recipientes para recolectar orina en la vía pública. Los transeúntes orinaban en ellos y cuando las tinas estaban llenas, su contenido se llevaba a una fullonica (una lavandería), se diluía con agua y se vertía sobre la ropa sucia. También era usada como enjuague bucal y para tener dientes blancos. Sí, como suena. El poeta Cátulo lo cuenta en uno de sus poemas: "celtíbero eres: en la tierra de Celtiberia, lo que cada uno mea, con esto se suele, por la mañana, el diente y el rojo espacio de la encía frotar".
Era tan importante la orina en Roma que hasta se pagaban impuestos por ella. Cuando Tito, el hijo de Vespasiano culpó a su padre de poner este impuesto, Vespasiano cogió una moneda, le preguntó si tenía algún olor en particular. El hijo respondió que no. “Pues proviene de la orina”, le respondió Vespasiano, según se relata en La vida de los 12 Césares, de Gayo Suetonio Tranquilo.
Otro uso de la orina estaba vinculado la industria de la moda, más específicamente a fijar los colores usados para teñir. El amoníaco forma una “red” alrededor de las moléculas de tinte llamadas cromóforos, fijándolos a la tela. En la Inglaterra del siglo XV, la orina era tan importante para la industria textil que hay registros del envío de barriles llenos de ella (una cantidad equivalente al flujo de orina de 1000 personas durante todo un año) provenientes de todo el país hasta la ciudad de Yorkshire.
Por último, la orina también se utilizaba en la guerra, más específicamente en la fabricación de pólvora. Para producirla es necesario contar con carbón, azufre y nitrato de potasio (también conocido como salitre).
Como se detalla en el Manual de instrucciones para la fabricación de salitre, publicado en 1862 por Joseph LeConte, para producir pólvora se necesita "un buen suministro de estiércol completamente podrido que luego se mezcla con ceniza, hojas y paja en un hoyo. Esto se riega todas las semanas con orina, agua de estiércol, agua de letrinas, pozos negros, desagües, etc. La cantidad de líquido debe ser tal que mantenga el montón siempre húmedo, pero no mojado"