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Los mexicas después del Imperio

El poder de la Monarquía Hispánica reemplazó al del Imperio mexica en Mesoamérica, pero ampliándolo considerablemente y tras llevar sus fronteras más allá.

El día 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés, apoyándose en un ejército formado por unos centenares de españoles y varios miles de aliados indígenas, logró tomar la ciudad de Tenochtitlán, capital del Imperio en ese momento. Esta victoria significó su caída y se consolidó a través de diversas expediciones hacia los territorios que controlaba entonces. De este modo, el poder de la Monarquía Hispánica reemplazó al del Imperio mexica en Mesoamérica, pero ampliándolo considerablemente y tras llevar sus fronteras más allá.

La nueva realidad trajo consigo la llegada de nuevos pobladores, la imposición de una nueva religión (el cristianismo), lapersecución de las creencias y los rituales previos, la introducción de nuevos productos agrícolas, la llegada de la ganadería como una actividad económica de primer orden, la creación de nuevos asentamientos, desplazamientos de población, etc. También llegaron nuevas enfermedades que diezmaron la población indígena hasta mediados del siglo XVII, con episodios cíclicos de epidemias durante todo el siglo XVI desde la primera de viruela en 1520, la cual llegó en los barcos de Pánfilo de Narváez, hasta la de 1596 (asociada al sarampión, las paperas y el tabardillo), pasando por la de 1531 de sarampión junto a otras como la de 1545, denominada en náhuatl como matlazahuatl (‘peste’), o la de 1576, llamada en el mismo idioma cocoliztli (‘enfermedad’). Dichas epidemias, que no acabaron con el cambio de siglo, afectaron por igual al pueblo llano y a las élites, por lo que su mortandad se llevó por delante a muchos de los que habían sobrevivido a las escasas batallas de la conquista.

La cultura mexica que pervivió

Sin embargo, la conquista y sus consecuencias no implicaron, en absoluto, el borrado de la civilización mexica, ni de la de otros pueblos mesoamericanos (muchos de los cuales se consideraron a sí mismos como vencedores en la misma). La cultura mexica, y la de otros pueblos, pervivió a través de diversas vías, incluyendo su entreveramiento con la nueva realidad en muchos aspectos, desde la organización sociopolítica hasta la religión.

En lo que se refiere al Imperio, desde muy temprano comenzaron a escribirse obras sobre su historia y otros aspectos relativos a la cultura azteca, englobando tanto a los mexicas como al resto de pueblos que lo integraron. Sus autores fueron tanto europeos como indígenas con motivaciones diversas. Los frailes, por ejemplo, tenían interés por conocer mejor la cultura para lograr un mayor éxito en el proceso de evangelización, primero, y en la extirpación de idolatrías, después. Por su parte, los conquistadores pretendían narrar sus méritos en el proceso de conquista para obtener favores reales. Dentro de este grupo, que también podemos denominar de los vencedores, no solo debemos contemplar a los españoles, sino también a los indígenas conquistadores que participaron junto a Hernán Cortés. Es el caso de los tlaxcaltecas que, desde temprano, reclamaron su posición de aliados con diversos éxitos políticos. Pero también hubo integrantes del Imperio de la Triple Alianza, como los texcocanos, que escribieron sus historias rematando muchas de ellas con la participación de sus antepasados en el bando de Cortés, como en el caso de Fernando de Alva Ixtlilxochitl (hacia 1578 – 1650).

Sin embargo, tampoco los mexicas dejaron de escribir su historia y recogieron su versión de la conquista, que fue denominada por el historiador mexicano Miguel León-Portilla la “Visión de los vencidos”. También hubo documentos anónimos que recogieron la narración del pasado indígena, recurriendo tanto a sus sistemas de escritura como al alfabeto latino. Algunos, como el conocido como Códice Mendoza (atribuido a un encargo del virrey don Antonio de Mendoza alrededor de 1541, para presentarlo al emperador Carlos V), se elaboraron a petición de las autoridades españolas. Otros formaron parte de iniciativas locales que pretendían recoger su pasado a partir de motivos distintos.

El linaje de Moctezuma

Ni siquiera los descendientes de Moctezuma II y del resto de las élites mexicas desaparecieron tras la conquista española. En realidad, muchos pudieron mantener una muy buena posición, conservando sus tierras y ocupando puestos dentro del gobierno colonial indígena.

Desde esas posiciones, también pudieron contar y preservar la historia mexica desde la perspectiva de sus gobernantes. Su participación en expediciones de conquista y en tareas administrativas les permitió mantener una posición relativamente privilegiada en el nuevo orden. Gracias a ello, pudieron solicitar favores reales (escudos de armas, permisos para montar a caballo, mercedes de tierras, etc.), para los que se basaron en sus servicios a la Corona y también en sus nobles antepasados. Muchos se esforzaron en recoger sus linajes, acompañándolos de relatos sobre su historia.

Todo ello derivó en una gran cantidad de fuentes que nos permiten tener mucha información para el estudio del Imperio, pero que debe ser analizada con sumo cuidado y que todavía está abierta a nuevas investigaciones. Para ellas, además, debemos tener en cuenta las informaciones que arroja la arqueología, tanto en la antigua Tenochtitlán como en las provincias del Imperio. Así, la ciudad que quedó enterrada en parte, pero no fue olvidada del todo, poco a poco ha vuelto a aflorar a la superficie con motivo de las obras que se han efectuado en la zona desde la época colonial y los trabajos arqueológicos realizados. También en otros lugares se está trabajando sobre el sistema de dominación y sus efectos gracias a la labor de los arqueólogos.

Sobre esta base, desde el siglo XVII comenzaron a escribirse historias basadas en las fuentes, arqueológicas y documentales. Esas obras han ido también adaptándose a los momentos en que vivieron sus autores.

Identidad mexicana

En la actualidad, vemos cómo se han multiplicado los temas, enfoques y técnicas, escribiéndose una historia del Imperio para el siglo XXI. Paralelamente, los vestigios de la cultura mexica que se han ido encontrando en los yacimientos arqueológicos han ido conformando primero colecciones gubernamentales o particulares para después acabar dando paso a los actuales museos, entre los que destacan por su importancia el Museo Nacional de Antropología y el Museo del Templo Mayor, ambos en Ciudad de México.

A lo largo de todos estos siglos, los mexicas han sido vistos desde diversas perspectivas, desde los antepasados de una nobleza indígena colonial a una visión criolla que se conformó en Nueva España desde el siglo XVII. También tuvieron una interpretación romántica y exótica por parte de los europeos del siglo XIX. Hoy en día ocupan un papel principal dentro de los signos de identidad de la nación mexicana. Así, en el centro de la bandera, se encuentra la imagen de un águila sobre un nopal (donde, según la leyenda de la fundación de México-Tenochtitlán, Huitzilopochtli indicó a los mexicas que establecieran su ciudad). También en las monedas mexicanas aparecen referencias a la Piedra del Sol y una muestra más la encontramos dentro del Museo Nacional de Antropología, inaugurado en 1964, donde la sala mexica es la mayor de todas y la que parece presidir el gran recinto. Por tanto, aunque todavía quedan aspectos abiertos a la investigación, los mexicas –su historia y su cultura– no fueron ni serán nunca olvidados.

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