Propaganda imperial en el arte mexica
Tal y como sucede en muchas civilizaciones antiguas, no conocemos los nombres de los artistas, ya que estos formaban parte de un grupo de artesanos con una gran especialización en la fabricación de las piezas.
El arte es una forma de expresión mediante la cual una cultura refleja su ideología y visión del universo. En el caso de los mexica-tenochcas, al igual que en otros Estados de carácter imperial, el arte también se utilizó como propaganda para imponer su visión de la realidad a los sometidos y mostrar fuerza a sus enemigos. Prueba del arte mexica como propaganda política fue la propia concepción del centro ceremonial de su capital, Tenochtitlán, donde se compaginó una compleja red de edificios y esculturas que conformaban su programa político y cosmogónico. De esta forma, los mexicas produjeron obras destacadas en las que muestran esos elementos en todos los campos de las artes: arquitectura, escultura, literatura, música, etc.
Tal y como sucede en muchas civilizaciones antiguas, no conocemos los nombres de los artistas, ya que estos formaban parte de un grupo de artesanos con una gran especialización en la fabricación de las piezas. Únicamente en el campo de la literatura y en el de la filosofía han quedado nombres como los de Nezahualcoyotl, el tlatoani de Texcoco (ciudad aliada en la Triple Alianza), y Tecayehuatzin de Huexotzinco (lugar ubicado en el valle de Puebla-Tlaxcala). Sin embargo, estas atribuciones son posteriores, por lo que algunos dudan de ellas.
El conocimiento que tenemos del arte mexica nos ha llegado a través de diversas vías. La literatura nos ha llegado a partir de las distintas versiones que se recogieron tiempo después de la Conquista. En cuanto a la arquitectura y la escultura, la información se debe, sobre todo, a los trabajos arqueológicos, aunque también son importantes los relatos de los propios conquistadores, quienes, por ejemplo, describieron cómo era la ciudad de Tenochtitlán al momento de su llegada.
Los mexicas formaron su Imperio sobre la base cultural mesoamericana; por tanto, sus manifestaciones artísticas no comenzaron desde cero, sino que se inspiraron en otras tradiciones previas. Incluso se apropiaron de objetos provenientes de distintos lugares, emplazándolos en Tenochtitlán y haciéndolos pasar como parte de su cultura. Así, recibieron piezas artísticas como tributo de diferentes pueblos, trajeron artesanos procedentes de Oaxaca que aportaron su estilo y técnica y se llevaron reliquias de lugares de gran importancia mítica y pasado cultural, como Teotihuacán y Tula.
Arquitectura y urbanismo
Sin duda, la mayor manifestación arquitectónica de los mexicas es su capital, Tenochtitlán, construida sobre una isla ubicada en la zona occidental del lago de Texcoco, que está bajo la actual Ciudad de México.Tenochtitlán tenía un plano ortogonal, basado en modelos como los de Tula y Teotihuacán, y estaba dividido en cuatro sectores, correspondientes a los barrios principales. Los cronistas Bernal Díaz del Castillo, que la comparó con Venecia por sus canales, y fray Bernardino de Sahagún describieron la ciudad y quedaron impresionados por sus palacios y templos.
Los mexicas destacaron en la construcción de grandes obras públicas: canales, acueductos y chinampas. Tenochtitlán tenía una red de calzadas, las cuales funcionaban también como diques para controlar el agua y servían para conectar la isla con la tierra firme. Estas calzadas estaban hechas de mampostería y presentaban aberturas, salvadas por puentes de madera, por las que circulaban canoas. Todo esto modificó el lago sobre el que levantaron chinampas, ganando terreno para la agricultura. Además, construyeron acueductos como el de Chapultepec, de doble caño de mampostería, que abastecía la ciudad de agua potable.
En el área central de Tenochtitlán se levantaba el recinto sagrado o centro ceremonial con múltiples construcciones de carácter ritual, aunque cada barrio también contaba con sus propios templos. En las obras de fray Diego Durán y fray Bernardino de Sahagún aparecen descripciones de este recinto ceremonial y de sus principales edificios. Sahagún relató que este estaba rodeado por un muro que tenía tres puertas: la del norte, que daba salida a la calzada de Tepeyácac, la del oeste, a la calzada de Tlacopán, y la del sur, a la de Iztapalapa. Las paredes de los edificios se decoraban con relieves coloreados y era frecuente la existencia de murales pintados sobre estuco. Si bien no se conoce hasta la fecha ningún ejemplo de pintura mural en Tenochtitlán, no cabe duda de su existencia por los restos pictográficos en los templos y palacios, lo que hace suponer que estaban decorados, como ocurre en otras culturas mesoamericanas.
En el interior del recinto ceremonial había 78 edificios, entre los que destacaban el Templo Mayor (dedicado a Hutizilopochtli y Tláloc), el Templo de Quetzalcóatl-Ehécatl (de planta circular, como sucedía con otros templos dedicados al dios del viento) y el Cuauhcalli (Casa de las Águilas). También había un juego de pelota, un tzompantli (o altar de cráneos) y otros templos piramidales de planta cuadrada y con una sola escalinata.
No fueron muchas las construcciones con intervención directa mexica fuera de su capital, Tenochtitlán. Una de ellas fue el recinto ceremonial de Malinalco, excavado en la roca. Y no debemos obviar que Tlatelolco, fundada por los mexica-tlatelolca, guarda muchas similitudes con Tenochtitlán, por ejemplo, en cuanto a su Templo Mayor con una doble escalinata. Asimismo, debemos tener en cuenta el resto de las construcciones vinculadas con la arquitectura y la ingeniería llevadas a cabo en otros lugares de la Triple Alianza, como por ejemplo, Texcoco.
Escultura
La manifestación artística que mejor define la cultura mexica es la escultura, ya que su producción tuvo una gran distinción por su cantidad y calidad, aplicando diferentes materiales y técnicas. La mayoría de las obras escultóricas encontradas se guardan actualmente en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México y conservan restos de pintura, por lo que debían estar policromadas. Otras están también en el museo anexo al Templo Mayor, vinculadas con la excavación del mismo.
Sobresale la escultura monumental de contenido fundamentalmente religioso, que combina a la vez un gran realismo y un complejo programa iconográfico. Generalmente, los mexicas empleaban como material la piedra de origen volcánico, que trabajaban como un único bloque. Estos grandes monolitos, con influencias procedentes de Teotihuacán y Tula, representaban a dioses mediante elaborados códigos simbólicos y solían mostrarse públicamente como demostración visual de poder. En ocasiones, las esculturas presentan orificios que debieron servir para colocarles elementos adicionales (como estandartes o penachos, por ejemplo).
Además de la piedra, los mexicas trabajaron otros materiales, como el barro cocido, de lo cual tenemos muestras en piezas –como la de un caballero águila– que se exhiben hoy día en el museo del Templo Mayor.
También realizaron figuras de menor tamaño en diferentes materiales. En estos casos, las representaciones más frecuentes eran las de divinidades femeninas relacionadas con el maíz y la fertilidad. Otro de los dioses más representados era Xipe Totec, “nuestro señor el desollado”, asociado con la siembra. El ritual de este dios, que imitaba la vida natural del grano de maíz, consistía en desollar a un ser humano y ponerse su piel por encima.
Muchas de las esculturas servían para decorar templos y palacios. Ejemplo de ello son los cuauhcalli , receptáculos de corazones humanos que se situaban frente a los templos, algunos de los cuales son del tipo Chac Mool, con forma de humano reclinado sosteniendo un tazón en su vientre. En la zona arqueológica del Templo Mayor en Ciudad de México se han encontrados varios cuauhcallis .Importantes son también los relieves con los que adornaban elementos arquitectónicos como las banquetas, donde suelen aparecer temáticas relacionadas con procesiones rituales o con guerreros.
Artes menores
Como muestra de las llamadas artes menores hablaremos brevemente de la cerámica, la plumería, la orfebrería y la fabricación de instrumentos musicales. Pero no debemos olvidar que había especialistas en otras actividades como la confección de códices y textiles, además de otros expertos vinculados con estas artes como los fabricantes de tintes .
Ya vimos que en la producción escultórica los mexicas emplearon el barro cocido para piezas de gran tamaño, pero también lo usaron para las de menor dimensión. En este sentido, realizaron piezas de diverso tipo tanto de uso cotidiano como ritual. Los artesanos produjeron vasijas, que imitaban la alfarería tolteca y servían en ceremonias y ofrendas. También modelaron braseros, donde se quemaban sustancias olorosas (copal e incienso), algunos de los cuales imitaban a los extraídos de Teotihuacán.
El arte de la plumería adquirió un gran auge a partir de Moctezuma I (1440-1469) y pronto se convirtió en una de las actividades más peculiares de la cultura mexica. Las plumas, de gran variedad cromática, se obtenían de pájaros tropicales que estaban en cautividad o de los tributos que llegaban de lugares remotos del sur de México y Guatemala. Las más preciadas eran las verdes del quetzal.
Los amantecas o artesanos del arte plumaria las utilizaron en una gran diversidad de objetos, como trajes, capas, escudos, penachos, mantas, tapices, abanicos, brazaletes, divisas y banderas, y como materia pictórica, a modo de las teselas de los mosaicos. Al tratarse de un material perecedero tenemos pocos ejemplos conservados. Una de las obras que han llegado hasta nuestros días es el conocido Penacho de Moctezuma, actualmente conservado en el Museo de Etnología de Viena. Este gran tocado consta de 450 plumas (verdes de quetzal y azules de cotinga), con aplicaciones en oro y malla de fibras. Pudo ser un adorno para un gobernante, aunque no existe certeza histórica de que perteneciese a Moctezuma II, a quien se le suele atribuir.
Orfebrería
Los mexicas tuvieron gran pericia en la fundición, combinando el oro y la plata y elaborando pendientes, collares, pectorales, orejeras, bezotes (adorno colocado en una perforación hecha bajo el labio inferior), pulseras, etc. En Tenochtitlán, los mixtecas (procedentes de la actual Oaxaca) eran los orfebres más demandados. Además del trabajo con oro y plata, destacaba la labor de los lapidarios, que trabajaban las piedras preciosas y semipreciosas (entre las que sobresalía la turquesa), materiales que aplicaron, por ejemplo, en máscaras como la conservada en el Museo Británico, realizada sobre un cráneo humano, con franjas de obsidiana negra sobre un rostro azul brillante.
Instrumentos musicales
La música tenía una gran importancia en la vida ritual de los nahuas, incluidos los mexicas. Empleaban instrumentos de percusión (como sonajas y cascabeles de cerámica), trompetas y tambores. Estos últimos, que se fabricaban extendiendo sobre una base de madera una piel de venado, eran de dos tipos: los teponaztli (tambores longitudinales) y los huehuetl (de línea vertical). Los primeros se tocaban con baquetas, los segundos con la mano. Uno de los ejemplos más conocidos es el huehuetl de Malinalco. Este tambor de madera debió estar relacionado con las órdenes de los Caballeros Águila y Jaguar y se utilizó de acompañamiento en los ritos. En el tambor aparece representado el glifo del Quinto Sol, 4 movimiento (Nahui Ollin). Alrededor del instrumento danzan jaguares y águilas, y de todas las figuras sale el símbolo de guerra o atlachinolli . Los personajes también llevan estandartes que indican que son víctimas de sacrificios, que seguramente iban acompañados de música.