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La leyenda de Talos, el primer autómata de la historia

Talos era un gigante de bronce creado por Hefesto para proteger la isla de Creta. Tiene el honor de ser el primer autómata de la historia

El término ‘ robot’ es un préstamo del inglés que tiene su origen en el checo robota, que podría traducirse como ‘trabajo forzado’, y rabota (‘servidumbre’). Encontramos otros términos con la misma raíz indoeuropea y significados similares en el ruso, el alemán o las lenguas nórdicas y su popularización como una forma de referirse a una entidad mecánica que trabaja para el ser humano se la debemos al dramaturgo Karel Capek y a su Rossumovi Univerzální Roboti (Los Robots Universales de Rossum), publicada en 1920. Sin embargo, la idea de una criatura artificial que actúa como siervo de la humanidad es mucho más antigua, encontrando su primer ejemplo en la Antigua Grecia con el mito de Talos el autómata.

Existen muchas versiones distintas sobre el mito de Talos que difieren en detalles importantes de la historia. Nosotros nos hemos decidido por la que más nos ha gustado y esperamos que vosotros también la disfrutéis.

El hombre de bronce

Hefesto era el dios del fuego y los inventos, armero personal de los dioses y héroes de la Hélade y el mejor herrero que se podía pedir. Sus creaciones eran reconocidas tanto por su belleza como por su resistencia y, en muchos casos, propiedades mágicas.

Se dice que un día, Zeus pidió a Hefesto un invento que pudiese proteger a su amante Europa (esa a la que el dios sedujo convirtiéndose en un toro), que era la madre del rey Minos y vivía en Creta. Hefesto se encerró en su taller y al cabo de un tiempo presentó al Crónida a Talos, un gigante con aspecto humano hecho íntegramente de bronce. Para otorgar vida al cascarón metálico, Hefesto introdujo en Talos una larga y finísima vena que iba desde la cabeza hasta el talón derecho y estaba llena de icor, una sustancia mitológica que solía identificarse como parte de la sangre de los dioses o como un ingrediente de la ambrosía que bebían en los banquetes del Olimpo. En el talón, el gigante tenía un tornillo de bronce que evitaba que el líquido se derramase.

Hefesto entregó al gigante al rey Minos, quien era bastante reticente a que barcos extraños entraran en su puerto y lo recibió con entusiasmo. La misión del autómata era dar tres vueltas diarias a la isla y, cuando un barco intentaba atracar en Creta, Talos arrancaba rocas de los peñascos cercanos y las arrojaba contra la nave hasta que la hundía. Si algún superviviente llegaba a la costa, este era recibido por el robot broncíneo que calentaba su coraza al rojo y abrazaba a contra su pecho a los náufragos hasta matarlos. Algunas versiones también cuentan que parte del cometido de Talos era evitar que los cretenses abandonasen la isla y que solo permitía salir a los barcos que habían sido autorizados expresamente por el rey.

Talos, Medea y Jasón

A pesar de su colosal fuerza y de la fuerte coraza del gigante, Talos encontró su final al enfrentarse al héroe Jasón y a la hechicera Medea.

En su viaje de vuelta tras recuperar el vellocino de oro, los argonautas se aproximaron a la isla de Creta para solicitar refugio y descansar tras haber superado todas las pruebas y peligros a los que se habían enfrentado. Como era de esperar, el barco fue recibido por las pedradas voladoras de Talos, quien seguía cumpliendo su cometido e impedía que nadie se acercara a la isla. La resistencia del Argos, la nave de Jasón, hizo que se mantuviera a flote el tiempo suficiente como para que Medea se fijara en el tornillo que el gigante tenía en el talón. La hechicera y Jasón tomaron un pequeño bote y se acercaron a la costa para parlamentar con Talos que, tal vez movido por la curiosidad, permitió que llegaran sanos y salvos hasta tierra.

Una vez se plantaron ante el gigante de bronce, Medea, jugándoselo todo a una carta, ofreció a Talos la posibilidad de ser inmortal a cambio del tornillo que tenía en el talón. El gigante aceptó, lo que nos lleva a plantearnos lo siguiente: primero, que no era consciente de su naturaleza robótica y, segundo, que había desarrollado una conciencia similar a la humana y por ello temía la muerte y ambicionaba la vida eterna. Talos aceptó y Jasón le quitó el tornillo del talón, derramando el icor que contenía y haciendo que el gigante de bronce se desangrara y cayera muerto.

Las primeras menciones que se conservan de Talos datan del siglo VII a.C. y lo encontramos en relatos, obras de teatro, frescos, cerámicas o esculturas. Su historia debió ser muy popular e incluso es posible que sirviera como inspiración para que inventores griegos diseñaran otra clase de autómatas como aves artificiales capaces de mover las alas. Con todo, la figura de Talos no deja de ser una alegoría mitológica que muchos expertos han descrito como una personificación a la flota que defendía la costa de Creta y que estaba equipada por armas y escudos de bronce.

Imagen: Wikimedia Commons

Muerte de TalosImagen: Wikimedia Commons

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