Seis datos con los que conocer y recordar a Ruth Bader Ginsburg
Ruth Bader Ginsburg, segunda mujer que llegó al Tribunal Supremo en los Estados Unidos, falleció el 18 de septiembre de 2020.
El 18 de septiembre de 2020 se conoció la noticia. Ruth Bader Ginsburg, miembro del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, moría a causa de las consecuencias de un cáncer pancreático metastásico. Tenía 87 años, medía poco más de metro y medio y llevaba casi tres décadas en el máximo organismo jurídico del país, pero muchos más utilizando su brillantísima mente y su suave voz para defender la justicia y la igualdad allá donde hiciera falta. Hasta el presidente Donald Trump, cuya visión del mundo y carácter chocaban con los de la jueza y a quien ella misma calificó de “farsante” en 2016, acabó alavando la labor y personalidad de quien probablemente sea uno de los referentes femeninos estadounidenses más importantes del siglo XX.
En este artículo pretendemos dar a conocer algunos datos y momentos clave de la vida de Ruth Bader Ginsburg, la heroína de la toga.
Su madre fue quien la animó a estudiar
Joan Ruth nació el 15 de marzo de 1933 en Brooklyn, Nueva York. Sus padres eran emigrantes judíos que poseían algunos negocios minoristas como tiendas de pieles o sombrererías pero nunca iban sobrados de dinero. Ruth era la menor de dos hijas, pero su hermana Marilyn había muerto cuando ella tenía catorce meses por una meningitis. Su madre, Celia, era una mujer muy inteligente que había visto cómo su sueño de ir a la universidad se rompía cuando sus padres la mandaron a trabajar para pagarle los estudios a su hermano varón en vez de a ella. Queriendo evitar que su hija corriera el mismo destino, Celia animó a Ruth a estudiar e hizo todo lo posible para que su hija llegase a la universidad.
Ruth tenía una mente brillante y siempre destacó en lo académico, tanto en el colegio como en el instituto. Unos días antes de su acto de graduación en 1950, su madre falleció a causa de un cáncer que padecía desde hacía años. Ruth no pudo asistir a la ceremonia pero descubrió que su madre había estado ahorrando dinero para que fuese a la universidad. Además, Ruth recibió una beca gracias a sus notas y capacidades.
Su marido Martin fue un apoyo y un igual
Bader utilizó esa beca para entrar en la Universidad Cornell para cursar los estudios de Derecho. Allí conoció, durante su primer año, al estudiante de segundo Martin Ginsburg y la conexión fue casi inmediata. Ruth Bader siempre dijo de su marido que “fue el primero al que le interesó que yo tuviera un cerebro” y la relación de ambos siempre se basó en el profundo cariño y respeto (sentimental e intelectual) que se tenían. Se casaron en 1954, el mismo año en que Ruth se graduó, y fueron mudándose según las necesidades laborales de uno y otro. Ya con una hija, ambos decidieron ingresar en Harvard y ampliar su formación pero Martin fue diagnosticado con un cáncer de testículos y Ruth pasó toda su convalecencia cuidando de su marido y de su hija al tiempo que asistía a sus clases y a las de Martin para que pudiera seguir estudiando. Por suerte, el cáncer remitió.
Su marido siempre fue su principal promotor y su apoyo más sólido. Cuando el presidente Jimmy Carter llamó a Ruth para que se uniera al Tribunal de Apelaciones en Washington, Martin no dudó en abandonar el lujoso bufete para el que trabajaba y empezar a dar clases en Georgetown. Hasta su muerte en 2010, nadie se alegró más de los enormes y merecidos éxitos de Ruth que su marido.

Ruth Bader
Le costó encontrar trabajo a pesar de todo
Ruth completó su formación en Columbia después de que tuvieran que mudarse por el trabajo de Martin pero, a pesar de haber sido la primera de su promoción y de toda su formación, le resultó muy difícil encontrar trabajo en abogacía. Era la segunda mitad de los 50, un momento en el que gran parte de la sociedad seguía pensando que el sitio de la mujer estaba en la cocina y no trabajando fuera y el de los bufetes de abogados era un mundo formado casi exclusivamente por hombres y restringido para mujeres como Ruth. A estos prejuicios y discriminaciones inherentes a la sociedad del momento hay que sumar que Ruth era madre, lo que aumentaba los rechazos.
Tras varios trabajos menores consiguió una oportunidad para trabajar como directora adjunta de un proyecto de la Escuela de Derecho de Columbia, un estudio que culminó con la publicación del libro Procedimiento Civil en Suecia de 1965. Poco tiempo después fue contratada en la Universidad de Rutgers y gracias a este trabajo pudo hacer una estancia en Suecia.
Fue miembro activo de la Unión Americana de Libertades Civiles y luchadora por la igualdad
El final de los años 60 fue un momento de cambio y agitación en la sociedad occidental. Entre otros movimientos, el feminismo y la lucha por la igualdad ganaban cada vez más peso y Ruth Bader encontró en ellos causas justas que defender en los tribunales. Comenzó proponiendo charlas y debates relacionados con la igualdad de género en instituciones que eran reacias a permitirlos y acabó por unirse a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) para participar en casos federales. También fue la directora del Proyecto por los Derechos de la Mujer de la ACLU.
Durante estos años, Ruth Bader logró éxitos más que considerables y corrigió pequeñas, medianas y grandes discriminaciones de género. Además, destacó por su estilo sencillo y directo al expresarse y participó en la redacción de diversos escritos. Siempre dijo que le prestaba tanta atención a los textos gracias a las clases que había recibido durante sus años de universidad de Vladimir Nabokov.
Fue la segunda mujer que llegó al Tribunal Supremo de los Estados Unidos
En 1993, el presidente Bill Clinton anunció la candidatura de Ruth para el Tribunal Supremo, la cual el Senado aprobó con 96 votos a favor y 3 en contra. Se convirtió así en la segunda mujer de la historia que llegaba a ser miembro del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, una institución polarizada entre liberales y conservadores en la que logró destacar y mantener un delicado equilibrio de apoyos. Resultaba peculiar, casi cómico hasta cierto punto, ver a la pequeña y delgada Ruth Bader rodeada de hombres con toga mucho más grandes que ella. Aunque era habitual escuchar adjetivos como ‘frágil’ al hablar de ella, lo cierto es que era una mujer valiente y fuerte que defendió sus creencias y luchó por hacer de su país un lugar más justo e igualitario.
Ruth Bader volvió a destacar como una gran oradora que no dudaba en mostrar su disconformidad cuando hacía falta. De hecho, así fue como se popularizaron sus notas de disentimiento (dissents). Cuando el Tribunal Supremo tomaba decisiones con las que no estaba de acuerdo, publicaba un documento en el que argumentaba su punto de vista y los motivos por los que la sociedad se beneficiaría si en el futuro se revisaran esas decisiones. También se hicieron famosos los cuellos que vestía sobre la toga ya que los cambiaba según su postura en cada proyecto o votación (blanco si estaba a favor, negro si estaba en contra y más elaborados si ella anunciaba la decisión tomada o intervenía de forma más directa.
Ruth Bader se convirtió en el miembro que más tiempo llevaba en el Tribunal Supremo. Durante la presidencia de Barack Obama, numerosas voces críticas defendieron que la jueza debía retirarse para que se nombrara a un nuevo miembro durante un gobierno demócrata pero ella se negó, afirmando que pensaba seguir trabajando mientras tuviera la capacidad de hacerlo.

Ruth Bader
Notorious R.B.G. se convirtió en un fenómeno de masas
En los últimos años, sin comerlo ni beberlo, Ruth Bader se convirtió en un icono popular y un referente para una generación de mujeres mucho más jóvenes que ella. Este salto a la fama se debió a que una estudiante de Derecho, Shana Knizhnik, redescubrió sus notas de disentimiento y las publico en una página de la red social Tumblr bajo el nombre de Notorious R.B.G. (un juego de palabras a partir del nombre del rapero Notorious B.I.G.). De repente, la gente la paraba para hacerse fotos con ella y el trabajo que llevaba haciendo durante más de dos décadas era comentado y leído por mujeres jóvenes que veían en ella un referente femenino fuerte y auténtico, una luchadora incansable.
La imagen de Ruth Bader Ginsburg con su toga y sus famosos cuellos inundó las calles de Estados Unidos en tazas, camisetas, pósters, disfraces de Halloween y, más recientemente, mascarillas. En poco tiempo se publicaron varias biografías, documentales, libros infantiles y una película; todo ello narrando la historia de esta increíble mujer que supo sobreponerse a las dificultades.