Los golpes de Estado más importantes de la historia de España
Los intentos de tomar el poder en contra del sistema establecido se han repetido hasta la saciedad en los últimos 300 años de la historia de España.
Un golpe de Estado es el proceso por el cual se intenta tomar el poder de un país sin respetar el funcionamiento que en ese momento se esté aplicando en lo referente a la sucesión (hereditaria si es una monarquía o a través de una votación si es un sistema democrático). El nivel de violencia empleada varía según cada caso y, según la Enciclopedia Britannica, se diferencia de una revolución porque parte de un grupo reducido de las altas esferas de la política cuyo único objetivo es la toma del poder, no el provocar un cambio en las concepciones sociales o económicas del país. Su uso (tanto el del término como el de la propia acción) se populariza en el siglo XVIII, cuando la burguesía y la aristocracia militar ganan peso en la política de los países.
Los golpes de Estado son consecuencia de una inestabilidad política en la que, forzosamente, surgen distintas facciones: las que están en el poder y las que aspiran a estarlo. La historia contemporánea está plagada de este tipo de insurrecciones hasta el punto de que el historiador Javier Fernández López, en su libro Militares contra el Estado. España siglos XIX y XX, afirma que en los últimos 200 años de la historia de España ha habido “más de 500 golpes de Estado” de distinto tamaño y relevancia. Y es que, efectivamente, España es uno de los países europeos que más golpes de Estado acumula en su historia reciente. Aquí recogemos algunos de los más importantes.

Juan José de Austria
El golpe de Juan José de Austria en 1677
Considerado por muchos historiadores el primer golpe de Estado de la historia moderna de España, este acontecimiento fue el resultado de una larga disputa por el poder y la influencia entre Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, y Mariana de Austria, madre del heredero Carlos II. Aunque el testamento del rey establecía que la corona pasaría a su hijo legítimo Carlos, Juan José de Austria aprovechó su reconocimiento como político y militar y las reticencias que la alta nobleza española tenía hacia Mariana de Austria y sus validos para entrar en Madrid a la cabeza de 15 000 hombres, encerrar a la reina regente y convertirse en el hombre fuerte del joven Carlos II.
Varias malas decisiones por parte de Juan José de Austria y su prematura muerte en 1679 hicieron que Carlos II, influenciable y de débil salud, volviera a recurrir a su madre como principal apoyo en el trono.

Rafael de Riego
El pronunciamiento de Riego en 1820
Durante la Guerra de Independencia (1808-1814) contra los franceses, se formó un gobierno liberal que ratificó la Constitución de 1812 como primer paso para que España se convirtiera en una monarquía parlamentaria con Fernando VII (el Deseado) en el trono. Cuando el hijo de Carlos IV volvió del exilio no solo no aceptó la propuesta de los liberales, sino que comenzó una persecución contra todos aquellos que cuestionaban el sistema de gobierno autoritario.
En enero de 1820, Rafael de Riego y otros 20 000 hombres que tenían que partir hacia las Américas decidieron levantarse contra Fernando VII en Casas de San Juan. La presión fue tal que, tres meses después, Fernando VII emitió un comunicado en el que ratificaba la Constitución de 1812 y prometía respetarla (era mentira). En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en España y pusieron fin ha llamado Trienio Liberal, restaurando el modelo autoritario previo. Rafael de Riego fue desprestigiado y ejecutado públicamente en la madrileña plaza de la Cebada.

Las fuerzas de Pavía en el Congreso
La toma del Congreso por Pavía en 1874
En 1868, la llamada Revolución Gloriosa (que también podría ser considerada un golpe de Estado) sacó del trono a Isabel II de Borbón y la llevó al exilio, dando lugar a una situación de inestabilidad política que pasaría por la breve monarquía de Amadeo I de Saboya y la posterior proclamación de la Primera República. La crisis económica, las guerras carlistas, las sublevaciones en las colonias de América y el problema cantonalista hicieron que el 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía irrumpiera en las Cortes junto a la Guardia Civil y desalojara a los diputados que se habían reunido ese día para votar una moción de confianza contra el presidente Castelar.
Este ataque directo al entonces gobierno supuso herir de muerte a la Primera República. El control del país pasó a manos del general Serrano, quien implantaría un breve régimen de carácter autoritario hasta el regreso de Alfonso XII y la restauración de la dinastía borbónica en el trono de España.

Miguel Primo de Rivera
Primo de Rivera y el golpe de 1923
Desde la Restauración, la política española se basó en un sistema turnista en el que, a través del pucherazo, los dos grandes partidos (liberal y conservador) iban pasando del gobierno a la oposición conforme el rey lo dictaba. Si bien esta situación se mantuvo hasta cierto punto con Alfonso XII, los cambios sociales y la ineptitud como monarca de Alfonso XIII hicieron que este modelo hiciera aguas por todas partes. Los movimientos sociales, las secuelas de la crisis económica de 1917 y los fracasos acumulados en la guerra contra Marruecos hicieron que el general Miguel Primo de Rivera se sublevara en 1923 con el fin de “restaurar el orden”. Sorprendentemente, desde la población hasta el rey, pasando por gran parte de los partidos, apoyaron el golpe.
La restauración del orden público y una primera sucesión de éxitos en distintos ámbitos, como el fin de la guerra con Marruecos, hicieron que Primo de Rivera consolidase su posición y este gobierno que parecía provisional fuese ganando peso hasta constituir el llamado Directorio Militar. Sin un programa fijo, sino buscando la adecuación en cada momento, Primo de Rivera consiguió aguantar en el poder hasta 1930. El 27 de enero de ese año presentó su dimisión a Alfonso XIII, quien intentaría volver al modelo anterior sin mucho éxito. Ni los políticos ni el grueso de la sociedad perdonarían al rey por haber apoyado la dictadura, y en 1931 darían una amplia mayoría a los partidos republicanos.

Francisco Franco
Los cuatro generales y el golpe de 1936
Precisamente fue esa votación de abril de 1931 la que empujó a Alfonso XIII, viéndose escaso de apoyos, a exiliarse y dar paso en España a la Segunda República. Casi desde el momento de su constitución, se buscó hacer del gobierno republicano una herramienta de izquierda y derecha por igual; provocando estas discusiones internas una inestabilidad que estallaría en fallidos golpes de Estado, insurrecciones armadas, un clima de violencia y hostilidad generalizado y, finalmente, el alzamiento militar que llevaría al país a una guerra civil.
La sublevación del 18 de julio encabezado por Mola, Sanjurjo, Queipo de Llano y Franco dividió al mundo castrense y a toda la sociedad española entre los que defendían el gobierno de la Segunda República (socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos…) y los que apoyaban la insurrección (monárquicos, conservadores, falangistas, carlistas, ultracatólicos…). Hasta 1939, el país vivió una cruenta guerra en la que la mejor formación, los apoyos externos y el férreo mando único en la figura de Franco supieron sobreponerse a un bando republicano que no priorizó sus objetivos. La guerra, que podría haber supuesto el regreso de los borbones a España, dio lugar a una dictadura personalista que duró más de tres décadas.

23F
El 23F de 1981
Desde la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, los avances que vivió España en su camino hacia la democracia fueron rápidos y muy significativos. Mientras que los primeros años de la Transición habían probado las ganas que tenía el pueblo español de dejar atrás el autoritarismo y cerrar un oscuro capítulo, había sectores en la sociedad que se negaban a aceptar ese avance.
El 23 de febrero de 1981, durante la sesión en la que se votaría si Leopoldo Calvo Sotelo asumía la presidencia del gobierno después de la dimisión de Adolfo Suárez, 288 efectivos armados de la Guardia Civil encabezados por el teniente coronel Antonio Tejero irrumpieron en el Congreso y tomaron como rehenes a los diputados. Cuarteles de toda España fueron movilizados para, según el caso, apoyar el golpe o defender el orden constitucional y el país entero se mantuvo en tensión mientras era testigo de los acontecimientos. El rey Juan Carlos I tuvo que hacer unas declaraciones públicas en televisión para, como cabeza de las Fuerzas Armadas, llamar al orden y desmarcarse de los golpistas. Al no haber logrado la respuesta deseada y verse rodeados, los golpistas liberaron a los diputados y se entregaron la mañana del día 24.