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¿Quién fue Queipo de Llano?

El militar fue responsable de una sangrienta represión en Sevilla durante la Guerra Civil Española. Hoy, se debate sobre la pertinencia de su tumba en la hispalense Basílica de la Macarena.

Laura Marcos

Combatiente en la guerra hispano-estadounidense (Cuba) y en Marruecos, el general Gonzalo Queipo de Llano fue uno de los militares del núcleo original de la sublevación en julio de 1936, junto con Mola y Sanjurjo. Desarrolló su carrera, principalmente, en el Norte de África, pero hoy es recordado por su intervención durante el alzamiento en la Región Militar Sur de la península, especialmente la ciudad de Sevilla, donde precisamente se encuentra enterrado, en la Basílica de la Macarena.

La represión ejercida bajo su mando se documenta con detalle en Un año con Queipo de Llano. Memorias de un nacionalista, (Barcelona, 1938) de Antonio Bahamonde y Sánchez de Castro, un relato de una dura y sangrienta represión impuesta por los sublevados en gran parte de Andalucía. Por esa razón, hoy algunos sectores de la sociedad cuestionan la situación en la que descansan sus restos, en el monumental templo de la capital hispalense.

El militar no mantuvo una fidelidad estable a lo largo de su vida. Nació en Tordesillas, Valladolid, en 1875. A los 18 años ingresó en la Academia de Caballería de Valladolid, y fue ordenado Oficial del Ejército, arma de Caballería. Participó en las campañas de Marruecos desde 1909, y finalmente ascendió a la brigada en 1925.

Desde el principio, fue conocido por su republicanismo. Comenzó conspirando contra la monarquía, con lo que se exilió a Portugal. No obstante, fue desterrado durante la dictadura de Primo de Rivera, (1923 - 1930), debido a algunos encontronazos que ambos protagonizaron: parece ser que Primo de Rivera le abofeteó en público, por haber denigrado la historia de su padre.

Cuando se proclamó la República en 1931, regresó a España y al servicio militar, y fue nombrado jefe de la Primera Región Militar de Madrid. Su fidelidad viró entonces a las reformas militares del gobierno de Manuel Azaña. Pero la situación duraría poco. Fue relegado del cargo solo dos años después, en 1933, por haber proferido algunos comentarios desfavorables para el Gobierno.

En 1934, el general Mola se ganó su apoyo para contribuir a la rebelión militar contra la República. Durante una entrevista con el propio Mola en abril de 1936, éste encomendó al propio Queipo de Llano estar al mando de la sublevación en Sevilla.

Continuó fingiendo lealtad al Gobierno de la República incluso después de que la sublevación estallara, el 16 de julio de 1936. En esos momentos, desde Huelva, llamaba al Gobierno para ponerse a su disposición, engañosamente, mientras aguardaba a que se desarrollara la situación. Seguidamente, ordenó la detención de jefes y oficiales leales a la República, mientras se dedicó recorrer los cuarteles para tratar de ganarse a la guarnición.

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Queipo de Llano


El general de la radio

La noche del 18 de julio, Queipo de Llano se ganó el apelativo de ‘el general de la radio’. A las 10 de la noche, a través de Radio Sevilla, inició unas charlas radiofónicas a favor de la rebelión, de tintes muy agresivos (insultos, burlas…) que el diario ABC publicaba al día siguiente. Una verdadera innovación en cuanto a propaganda y guerra psicológica.

Pero la toma de la ciudad se llevó a cabo mediante el empleo del terror: fusilamientos masivos de militantes o simpatizantes de los sindicatos y partidos de izquierda y, en general, una represión cruel contra parte de la población. Para el 21 de julio, en solo unos días, se hizo con el control completo de la capital andaluza.

Pero su poder fue disminuyendo a medida que aumentaba el de Francisco Franco. De hecho, criticó nombramientos y el papel que asumieron figuras de Falange en el nuevo régimen. Pronto fue alejado de España por el propio Franco. Probablemente como un intento de quitárselo de encima, se le envió a una misión militar a Italia y luego se le pasó a la reserva.

Quizás por sus desencuentros con Franco, en 1944 el dictador no le concedió la Cruz Laureada de San Fernando, que tanto anhelaba. Pero a finales de 1950, Franco sí le otorgó el título de marqués de Queipo de Llano. Finalmente, falleció en el cortijo de Gambogaz un año después. Hoy, descansa en el mismo lugar donde fue enterrado: en la Basílica de la Macarena de Sevilla; debido a su historial. Se debate actualmente sobre la pertinencia de su tumba en el templo, más aún con el contexto de la reciente exhumación del propio Francisco Franco.

Artículo realizado con la colaboración de Isaías Barreñada Bajo, Profesor de Relaciones Internacionales e Historia Global en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

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