¿Cuál es el único cuadro del mundo pintado sobre venturina?
El cielo estrellado de esta obra expuesta en el Museo del Prado tiene una textura muy especial que se debe al original material sobre el que está pintado.

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El Museo del Prado alberga la única pintura de caballete pintada al óleo sobre venturina, una pasta vítrea que imita el cuarzo y que es un soporte habitual en piezas de orfebrería. Se trata de La Natividad de Pietro da Cortona.
¿Qué es la venturina?
La aventurina o venturina es un tipo de cuarzo también denominado cuarzo verde o cuarzo aventurinado, y antiguamente se le llamaba “raíz de esmeralda’. Su color verde se debe a la presencia de cristales con forma de aguja compuestos de mica, actilonita o fuchsita dentro de su estructura. A veces, además, presenta otras inclusiones de hematites con un color pardo rojizo y puede llegar a tener luminiscencia roja, así que nos podemos hacer una idea del raro y atractivo aspecto de este mineral, que se suele emplear como piedra ornamental y en orfebrería. La venturina no siempre es verde, ya que si la mezcla posee una buena cantidad de hematites, que se disponen en forma de placas, el aspecto puede ser más marrón, si bien esta variedad es mucho más rara.
Existen yacimientos de venturina en India, Rusia, Sudáfrica, Estados Unidos, y en algunas zonas de Europa como Alemania y Austria.
Sin embargo, no debemos confundir la venturina mineral con el material sobre el que está hecha la obra de Pietro da Cortona. En el siglo XVII, un maestro vidriero de la isla de Murano, en Venecia, habría dejado caer casualmente unas finas láminas de cobre en la pasta de vidrio que estaba manipulando, y obtuvo así el efecto de iridiscencia o ‘aventurinado’ similar al que produce el mineral antes mencionado. Este es el origen de la pasta vítrea denominada aventurina, y su nombre deriva de la ventura que hacía falta para conseguirla, por su dificultad técnica y su elevado precio.
La Natividad de Pietro da Cortona
Pietro da Cortona supo ver las capacidades pictóricas que podía tener este material, y aprovechó sus efectos brillantes para representar un cielo estrellado en su obra La Natividad. La superficie pictórica está compuesta por aproximadamente cuarenta y tres pequeñas placas de venturina y tres de pizarra que se unen a modo de puzle para formar una extensión regular y lisa sobre la que pintar.
Sin embargo, el original soporte de este cuadro pasó desapercibido durante muchos años, y nunca fue identificado como vidrio. En numerosos inventarios se describía como ‘piedra ágata’ o bien como venturina mineral. No fue hasta el año 2007, cuando se realizó su restauración en el Museo del Prado, cuando estudió la piedra en su conjunto y se tomó una muestra en el Laboratorio de Análisis del Prado para ser examinada en el microscopio.
“Se pudo observar que el material es, en realidad, una masa absolutamente transparente con inclusiones de cristales de cobre en su mayor parte de forma triangular, aunque también se encontraron algunas hexagonales”, explican Elisa Mora – encargada de la restauración de la obra- y Elena Cenalmor en una revisión de la pintura para el Boletín del Museo del Prado. “Asimismo, se apreciaron a simple vista otras dos características que ayudaron a determinar su naturaleza vítrea: una es la presencia de los pequeños poros que se originan cuando, al pulir la superficie de un vidrio, quedan a la vista las diminutas burbujas que en ocasiones se forman durante su fabricación; la otra es la existencia de las bandas de dinámica de flujo propias del vidrio, franjas más oscuras y/o brillantes de aspecto muy parecido a las vetas de los minerales, que están producidas por la acumulación de cristales de cobre o impurezas cuando el vidrio está en fase líquida”.