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Operación Leyenda, la revancha de la DEA contra los narcos mexicanos

La investigación de la DEA por el asesinato de Enrique Camarena en 1985 consiguió el arresto de los cabecillas del cártel de Guadalajara y cambió el desarrollo de la guerra contra la droga.

La llamada ‘Operación Leyenda’ fue una acción de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos en territorio mexicano. Su principal objetivo era el de capturar y extraditar a narcotraficantes pertenecientes al cártel de Guadalajara que en 1985 se vieron involucrados en el secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. Esta operación supuso la práctica ruptura en las relaciones entre las autoridades mexicanas y las estadounidenses y dio lugar a un tenso conflicto diplomático entre ambos países.

Desde los años 70 el consumo de drogas se había incrementado exponencialmente en territorio estadounidense. Narcotraficantes como Pablo Escobar controlaban la producción mundial de marihuana, cocaína y otras sustancias ilegales que encontraban un amplio y prolífico mercado en la población estadounidense. Superada por la situación, la administración  Nixon decidió crear la DEA en 1973. Este organismo federal tenía como principal misión controlar la legislación sobre sustancias y conseguir llevar ante los tribunales estadounidenses a los responsables del tráfico, a los líderes de los cárteles. Aunque en un principio no disponían de muchos fondos, sus operaciones se solían situar en grandes ciudades con presencia de drogas, lugares fronterizos e incluso en los países productores a partir de colaboraciones con los respectivos gobiernos.

La muerte de “Kiki” Camarena

Precisamente en este contexto fue como el agente especial Enrique “Kiki” Camarena Salazar llegó a la ciudad mexicana de Guadalajara en 1981. En esa ciudad, conocida hasta entonces por ser un foco cultural y destino turístico, surgió el cártel de Guadalajara liderado por Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto “Don Neto” Fonseca Carrillo. Utilizando al narcotraficante Juan Matta-Ballesteros como contacto, los de Guadalajara hicieron un acuerdo con los productores de cocaína colombianos y se convirtieron en los mayores traficantes del país. El entonces presidente de México, Miguel de la Madrid, decidió hacer la guerra a los cárteles sirviéndose de su brazo armado, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), y aceptó para ello la ayuda de los agentes de la DEA.

Camarena realizó un trabajo encubierto en el cártel de Guadalajara y participó en numerosas operaciones y golpes que se dieron contra sus líderes, pero el poder y la influencia de los narcos era mayor de lo esperado. En febrero de 1985, Miguel Ángel Félix Gallardo dio la orden de secuestrar a Enrique Camarena a la salida del consulado estadounidense de Guadalajara, donde se encontraba la sede de la DEA. El agente fue asaltado por cinco hombres, siendo al menos uno de ellos identificado como miembro de la DFS, y trasladado al rancho La Angostura, en Michoacán.

Comenzó entonces una operación de búsqueda masiva para encontrar a Camarena. La administración Reagan presionó al gobierno mexicano, se cerraron las fronteras con México y las principales ciudades se llenaron de periodistas de grandes cadenas estadounidenses e internacionales que estaban cubriendo la desaparición del agente, pero ya era demasiado tarde. Un mes después de su desaparición, agentes de la DEA y del ejército mexicano encontraron los cadáveres de Enrique Camarena y Alfredo Zavala, un piloto mexicano que había colaborado con la DEA, en las afueras del rancho. La autopsia demostró que ambos habían sido torturados y Camarena había muerto por una fuerte contusión en el cráneo solo dos días después de su secuestro. La muerte de Camarena y Zavala consternó tanto a la DEA como a los Estados Unidos, que dejó de confiar en el gobierno mexicano y le acusó de corrupto y de proteger a los narcos.

Guerra sin cuartel contra los cárteles

Ante la falta de colaboración del gobierno mexicano y las constantes operaciones frustradas, agentes estadounidenses (algunos de ellos compañeros del fallecido agente) se trasladaron a México para capturar y poder juzgar a los responsables de la muerte de Camarena en la mayor investigación de asesinato de la historia de la DEA, la Operación Leyenda. Encabezada por el agente Héctor Berrellez, se consiguió arrestar a los tres grandes líderes del cártel de Guadalajara junto a otros muchos implicados y miembros del gobierno o de las fuerzas de seguridad mexicanas a sueldo de los narcos.

Ernesto Fonseca Carillo y Rafael Caro Quintero fueron arrestados en abril de 1985, el primero en México y el segundo en Costa Rica, donde había huido después de que un oficial de la policía mexicana le diera un soplo. Miguel Ángel Félix Gallardo consiguió evadir a la DEA hasta 1989. También se arrestó al comandante de la policía federal que había consentido el secuestro de Camarena y al médico que lo trató durante su cautiverio, del que se sospechaba que había mantenido vivo al agente para seguir torturándole y sacarle información. Algunas de estas detenciones fueron consideradas ilegales ya que rompían el Tratado de Extradicion de 1978 entre ambos países.

La muerte del agente Camarena y la Operación Leyenda tuvieron consecuencias que se han prolongado en el tiempo. Más allá del distanciamiento entre el gobierno mexicano y las agencias estadounidenses en su lucha contra el narcotráfico, sirvieron para concienciar a la sociedad y a las instituciones de la guerra que se avecinaba.

También tuvo consecuencias para los cárteles mexicanos. El secuestro a plena luz de un agente estadounidense marcaría el poco disimulo de sus acciones contra las autoridades que practicarían desde entonces. Además, el arresto de los cabecillas del cártel de Guadalajara creó una situación de inestabilidad que provocó la ruptura de esta organización criminal en otros cárteles más pequeños que se unirían en alianzas temporales o disputarían el territorio y el mercado según la situación. Uno de los cárteles más importantes que resurgió entonces fue el de Sinaloa, encabezado por el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, antiguo protegido de Félix Gallardo.

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