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Del Sputnik al Apolo, la carrera espacial

La carrera espacial se desarrolló en el contexto de la Guerra Fría y terminó cuando los Estados Unidos alcanzaron la luna en el Apolo 11.

En la segunda mitad del siglo XX, cualquier cosa era motivo de competición. El contexto de la Guerra Fría y el enfrentamiento indirecto en el que Estados Unidos y la Unión Soviética estaban enfrascados hacían que ambas potencias tuvieran que demostrar su superioridad en todos los ámbitos posibles. Además de la influencia política que ganaban con sus países satélite y el delicado equilibrio que mantenían en cuanto a armas de destrucción masiva se refiere, los dos gigantes encontraron un nuevo cuadrilátero sobre el que medir su fuerza: el espacio exterior. En 1957 se dio el pistoletazo de salida a la carrera espacial.

El espacio, la última frontera

En los años 50, las películas de invasiones extraterrestres llenaron los cines de Estados Unidos. Si bien estas podían interpretarse como una metáfora del peligro soviético, también demostraban el interés que la sociedad sentía por los misterios que había más allá de las estrellas. En esas fechas la tecnología avanzaba cada día más y los acuerdos armamentísticos limitaban e igualaban el poderío nuclear de la URSS y de Estados Unidos, pero habían demostrado el potencial de los cohetes y misiles.
La tierra ya estaba dividida en uno de los dos bandos o en plena disputa, por lo que los nuevos objetivos que permitirían a las potencias lucirse ante el mundo y reafirmar su superioridad estaban encima de sus cabezas.

Los éxitos de la URSS

Aun cuando, como han demostrado documentos clasificados que han salido a la luz, la Unión Soviética disponía de peor tecnología, el esfuerzo y la genialidad de sus ingenieros hizo que tomase la delantera en esta competición por alcanzar el firmamento. En 1957, un misil balístico intercontinental Soviet R-7 lanzó el Sputnik I y lo convirtió en el primer satélite artificial que orbitaba el planeta y en el primer objeto creado por el hombre en llegar al espacio. Esta acción supuso un triunfo absoluto para la URSS, que se puso en cabeza de una carrera que empezaba en esos mismos momentos. Un mes después subían su apuesta al mandar a la perrita Laika al espacio en el Sputnik II y en 1959 hacían la primera prueba para alcanzar el satélite natural de la Tierra con el proyecto Luna II.
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Sputnik I

Pero sin duda, el mayor éxito de la URSS tuvo lugar en 1961. Ese año, el 12 de abril, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin despegaba en la Vostok I y se convertía en el primer ser humano en estar en el espacio, ganando a los Estados Unidos por un margen muy estrecho. A pesar de que una leyenda urbana afirma que Gagarin dijo “No veo a ningún Dios aquí arriba”, registros de la época demuestran que esa frase nuca fue pronunciada por Gagarin, sino que se trató de propaganda anti-religiosa con la que minar la moral estadounidense. En 1963 era Valentina Tereshkova quien hacía historia al ser la primera mujer en viajar al espacio.
Tras la misión de Yuri Gagarin, la Unión Soviética mantuvo activo su programa espacial pero no volvió a conseguir victorias de esa importancia. En 1966, el ingeniero jefe del programa espacial soviético Sergey Korolyov murió y esto complicó todavía más la conquista del siguiente gran objetivo, la Luna. Harían cuatro intentos fallidos entre 1969 y 1972.
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NASA

El nacimiento de la NASA y la remontada estadounidense

Más allá de lo que simbolizaba propagandísticamente hablando, el lanzamiento del Sputnik I puso en alerta a los Estados Unidos debido a que el misil R-7 que se había empleado podía incorporar y lanzar una cabeza nuclear, por lo que el territorio estadounidense quedaba expuesto. El presidente Eisenhower ordenó la creación de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) en 1958, una agencia federal dedicada a la exploración espacial. Simultáneamente se crearon otras dos organizaciones vinculadas al ámbito militar y los servicios de inteligencia.
A pesar de que se puso las pilas con el Proyecto Mercurio, Estados Unidos siempre parecían ir un paso por detrás de los soviéticos. Menos de mes después de la misión de Gagarin, Alan Shepard se convertía en el primer americano en ir al espacio aunque no alcanzaba la órbita de la Tierra. Ese mismo año, el presidente Kennedy se marcaba un órdago y anunciaba públicamente que antes del final de la década el hombre (estadounidense, por supuesto) habría aterrizado en la Luna. En 1962 nacía el Proyecto Apolo (paradójicamente, nombre del dios Sol).
Desde el anuncio de Kennedy y hasta 1964, después de su asesinato, la NASA multiplicó tanto su personal como su presupuesto. Los medios de todo el mundo realizaban una intensa cobertura de los programas espaciales de ambas potencias y Estados Unidos se tomó, tal vez por sus primeras derrotas, el adelantar a la URSS como una prioridad. Uno de sus peores momentos ocurrió en 1967, cuando tres astronautas murieron después de que una lanzadera se prendiera fuego en un simulacro de despegue.
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Apolo 11

Apolo 11, el sprint final

A pesar de los contratiempos, en 1968 se lanzó el Apolo 8 cuya misión era la primera tripulada que pretendía orbitar la Luna. Al año siguiente, el 20 de julio de 1969, Neil Amstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins hicieron historia al ser las primeras personas en aterrizar con éxito en el satélite terrestre. La misión Apolo 11 fue televisada en gran parte del planeta, se convirtió en un hito inmediato, Amstrong grabó su frase “one small step for man, one giant leap for mankind” en la historia y supuso el final de la carrera espacial con una clara victoria para los Estados Unidos.

Acercamiento y cooperación

Aunque tanto la URSS como Estados Unidos siguieron investigando y lanzando nuevas misiones al espacio, la situación ya no era la misma. Cuando la competición se dio por finalizada, gran parte del interés y los recursos que se habían dedicado a las agencias espaciales desaparecieron y se pasó a una nueva etapa. Puede que el proyecto más reseñable en cuanto a investigación espacial de la época fuese el sistema defensivo Guerra de las Galaxias ideado por Ronald Reagan, que bautizó como las exitosas películas pero que nunca llegó a completarse.
Con los ánimos más calmados, en 1975 tuvo lugar la primera misión conjunta de ambas potencias. Tres pilotos estadounidenses viajaron al espacio en una nave Apolo que se acopló a un vehículo Soyuz soviético que estaba en órbita. Este nuevo clima de cooperación tuvo su máximo exponente en 1990, ya terminada la Guerra Fría, con la creación de la Estación Espacial Internacional.

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