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El papel de los bomberos en el 11-S

El cuerpo de bomberos, la policía y los servicios de emergencia realizaron las misiones de búsqueda y rescate tras los atentados del 11 de septiembre.

El primer avión impactó a las 8:45 am en la torre norte, que siguió en pie 1 hora y 43 minutos más. La sur colapsó en tan solo 59 minutos. El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones secuestrados por terroristas de Al Qaeda se usaron para realizar un ataque coordinado a distintos objetivos de la costa este estadounidense. El más grave fue el perpetrado contra el World Trade Center de Nueva York, lugar en el que bomberos, policías y voluntarios se convertirían en héroes.

Las acciones de rescate de supervivientes y recuperación de cadáveres fueron realizadas por unas 55.000 personas de entre las que murieron 343 personas, principalmente del cuerpo de bomberos, durante los derrumbes y otras cuantas decenas que siguen desaparecidos o sin poder identificarse sus restos. Estos efectivos trabajaron durante días bajo una densísima nube de humo negro y la operación no se consideró terminada hasta pasados diez meses del atentado.

El departamento de bomberos fue el primero en recibir la voz de alarma y el primero en personarse frente al World Trade Center con todos los efectivos disponibles de la ciudad. La labor de los bomberos iba desde la contención del fuego y prevención para que no se incendiaran los edificios aledaños hasta asistir a los supervivientes para que desalojaran los edificios y se pusieran a salvo. También fueron los primeros en adentrarse en las torres atacadas en busca de supervivientes, acción que le costó la vida a un gran número de ellos debido a que se perdió la comunicación y no recibieron la orden de abandonar el edificio ante el peligro de derrumbe.

Las primeras investigaciones realizadas por el Comité del 11-S analizaron la actuación de los cuerpos de seguridad y servicios de emergencia y concluyeron que hubo grandes problemas de comunicación y falta de colaboración entre policía y bomberos, dificultando aún más la ya de por sí compleja operación.

A los fallecidos y desaparecidos durante el 11-S y los meses siguientes hay que añadir las consecuencias que su actuación supusieron para ellos. Desde septiembre de 2001, las muertes de bomberos y policías por cáncer se multiplicaron en los años siguientes. La exposición prolongada a la nube de polvo y los materiales tóxicos producto del derrumbe del edificio causaron secuelas en la salud de los bomberos como afecciones pulmonares (sarcoidosis), cefaleas o problemas y traumas psicológicos.

Todo el país, desde los ciudadanos hasta las más altas cúpulas del gobierno, reconocieron la increíble labor de los bomberos que habían entrado a las torres para salvar vidas y se empezaron a referir a ellos como ‘the New York’s Bravest’ (los más valientes de Nueva York). Otros homenajes llegaron en forma de películas, menciones en el memorial al 11-S o incluso como un cómic de la compañía Marvel y el paso del tiempo permitió conocer las increíbles historias humanas de los bomberos. Una de las más conocidas es la del capitán Tom Colucci, que perdió a todos sus hombres tras el atentado y acabó haciéndose sacerdote. O la del actor Steve Buccemi, quien había sido bombero en su juventud y volvió a ejercer tanto durante las acciones de rescate como después.

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