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Violeta Parra en la memoria

El 4 de octubre de 1917 nació la artista chilena Violeta Parra, mujer polifacética que se convirtió en la folclorista más importante de su país. Para conmemorar su nacimiento, cada 4 de octubre se celebra el Día de la Música y de los Músicos Chilenos.

Se inició en el canto durante su infancia. Con su familia, residió en la zona centro de Chile, en Chillán, desde los diez años. A los nueve ya compuso sus primeros temas musicales.
Provenía de una saga de músicos folcloristas que ella y sus hermanos continuaron. Ese intenso contacto con la música y la necesidad económica provocaron que de forma precoz, a los 17 años, comenzase a cantar en distintos restaurantes, formando un dúo con su hermana Hilda.
Con la muerte de su padre, la familia se traslada a Santiago, donde frecuentó los ambientes musicales de la capital. Conoció al ferroviario Luis Cereceda, con quien contrajo matrimonio en 1938 y formó una familia. Su matrimonio terminó diez años después.
A partir de su divorcio, comenzaron los viajes, tanto dentro de Chile como por Europa. Todas las experiencias de ese constante ir y venir, le otorgaron un notable bagaje cultural y el conocimiento tanto de la realidad chilena como del devenir universal. Así, Violeta Parra se constituyó en una especie de embajadora de la identidad chilena en el mundo.
A principios de la década de 1950, Violeta comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha.
En la década siguiente, la artista residió en París durante unos años. Allí cantó en el Barrio Latino y dio recitales en Teatro de las Naciones de la Unesco, actuó en radio y televisión junto con sus hijos, bordó arpilleras e hizo esculturas en alambre.
En junio de 1965, Violeta regresó a Chile con un gran proyecto: instaló una gran carpa con el plan de convertirla en un importante centro de cultura folclórica, junto con sus hijos Ángel e Isabel y los folcloristas Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, entre otros. Pese a su sueño de convertir la carpa en un referente para la cultura de Chile, la respuesta no fue muy motivadora y el público no la apoyó.
Solo dos años después, se suicidó disparándose un tiro en la sien dentro de aquella carpa que había proyectado con tanta ilusión.

Transcendencia de su legado

Gran parte del movimiento musical chileno generado desde la década de 1950, tuvo en Violeta Parra y en su familia un punto de partida.
Con estrechos lazos con el movimiento conocido como Nueva Canción Chilena, Violeta reflejó también la evolución del canto popular a través de los distintos espacios en los que la artista se desenvolvió: en sus clases en la Universidad de la Concepción, como responsable del Museo de Arte Folclórico, etc.
Sus composiciones y recopilaciones, además, fueron un punto de referencia para el posterior desarrollo de la música nacional, transformándose en la principal figura de la historia del folclore chileno.
Desde su muerte, en 1967, su legado musical no ha hecho más que difundirse por todo el mundo. Cantantes extranjeros de diversos géneros (Mercedes Sosa, Franco Simone, Plácido Domingo) han grabado sus canciones; y centros de estudio, museos y libros mantienen activo hasta hoy el análisis de su obra inconmensurable, a la vez tradicional y pionera, vanguardista y popular.

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