Y Hitler quiso tomar el poder por la fuerza
Con su ejército de jóvenes y brutales Camisas Pardas, Hitler realizó en Munich un primer intento fallido de tomar el poder que le costó la cárcel.
En septiembre de 1923, el cada vez más ambicioso Hitler decidió hacerse con el poder en Alemania por medio de la violencia. Le apoyaba un enorme ejército de Camisas Pardas y contaba asimismo con la complicidad de varios importantes oficiales en el ejército. También había formado una alianza con el comisionado general del estado de Baviera –y antiguo primer ministro bávaro–, Gustav Ritter von Kahr, que actuaba como una especie de dictador y aceptó apoyar el golpe de Hitler. Un año antes, el líder fascista italiano, Benito Mussolini, había marchado de Milán a Roma con 20.000 hombres para tomar el poder. La concentración se había disuelto después de un potente aguacero, pero aun así el rey de Italia, Víctor Manuel III, le pidió a Mussolini que formara un nuevo gobierno, que, al poco tiempo, Mussolini convirtió en una dictadura. Ahora los nazis querían seguir los mismos pasos que los fascistas. Primero, con el apoyo de los generales y Von Kahr, pretendían proclamar una nueva república sometida a la autoridad nazi en Múnich. Luego, los Camisas Pardas marcharían sobre Berlín y exigirían que Hitler fuera nombrado canciller.
El 8 de noviembre de 1923, los partidarios de Hitler, siguiendo sus órdenes, comenzaron a sembrar el caos en Múnich. Von Kahr y 3.000 simpatizantes nazis se encontraban en la cervecería Bürgerbräu cuando irrumpió un grupo de las SA. Los clientes observaron atónitos cómo metían una gran ametralladora por la puerta principal. Poco después entró Hitler, flanqueado por dos guardaespaldas. “¡Ha empezado la revolución nacionalista!”, gritó. Pero, en el tumulto, sólo unos pocos asistentes se enteraron de lo que decía. Entonces saltó sobre una silla, sacó la pistola y disparó al techo. “¡Ha empezado la revolución nacionalista!”, repitió, para luego añadir que 600 hombres armados habían rodeado el edificio. En contra de lo pactado, el comisionado Von Kahr no se manifestó a favor de Hitler, que sufrió la indignidad de quedarse allí solo con su soflama revolucionaria. Furioso, el líder nazi arrastró a Von Kahr a una sala adyacente y le exigió su apoyo. Para convencerle le prometió también distintos puestos en el nuevo gobierno. Una vez más, el político aceptó respaldar el golpe, pero luego pasó el resto de la noche planeando la forma de frustrarlo con la policía bávara. Cuando Hitler regresó a la sala, el general de 58 años Erich Ludendorff se había sumado a los rebeldes. Los alemanes lo consideraban un héroe nacional gracias a sus espectaculares victorias contra los rusos en la Primera Guerra Mundial. Ludendorff no era miembro del Partido Nazi, pero su miedo a los comunistas lo había llevado a unirse a la asonada.
Al día siguiente, 2.000 nazis marcharon hacia el Ministerio de la Guerra en Múnich entonando ruidosas canciones bélicas. Muchos transeúntes se sumaban espontáneamente con el nuevo grito de batalla, Heil Hitler! Cuando la columna llegó a la Plaza del Odeón, en el centro de Múnich, Hitler se encontraba en primera fila. A su lado, además del general Ludendorff, iban unos cuantos futuros jerarcas nazis, entre los que se incluían Röhm, Hess y Göring. Pero cerca de allí, en la calle Residenz, se encontraba la policía cerrando el paso por orden de Gustav Ritter von Kahr, que la noche anterior había jurado fidelidad al líder nazi (Hitler nunca olvidó la traición y lo hizo matar en la Noche de los Cuchillos Largos). De pronto se oyeron disparos y Hitler se tiró al suelo y se dislocó el hombro izquierdo. Los guardaespaldas de las SA lo sacaron de allí de inmediato, lo metieron en un coche que estaba esperando y lo llevaron a un lugar seguro. Ernst Röhm fue arrestado, mientras que Göring, a pesar de que había sido herido en un muslo, pudo escapar. Se refugió en Austria junto con Rudolf Hess y no volvió hasta 1927, cuando se decretó una amnistía.
Más información sobre el tema en el artículo Los primeros años (1918-1924). Aparece en el último MUY HISTORIA, colección II Guerra Mundial, dedicado a El ascenso del Tercer Reich.
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