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Graff Zeppelin, el primer dirigible que dio la vuelta al mundo

El 29 de agosto de 1929, un zepelín alemán logró la proeza de recorrer 35.000 kilómetros en 21 días.

Al tomar tierra en Lakehurst, Nueva Jersey (EE UU), el dirigible germano bautizado como Graff Zeppelin se convirtió en la primera nave voladora de su clase en dar la vuelta al mundo.

Este tipo de embarcación área se consideraba una evolución de la tecnología del globo aerostático (inventado en el siglo XVIII), basado en el principio de que el aire caliente tiende a subir.

El nombre del histórico zepelín se otorgó en homenaje al pionero alemán de la aeronavegación Ferdinand von Zeppelin, quien alcanzó el rango de Graf o Conde en la nobleza alemana (según el uso alemán la partícula "von" del nombre se omite cuando se emplea un título como "Graf").

Tras la muerte del conde von Zeppelin en 1917, antes del final de la Gran Guerra, Hugo Eckner tomaría su relevo al mando de la compañía Zeppelin.

La idea inicial de Eckener era utilizar el aparato para vuelos experimentales y de demostración, transportando pasajeros para cubrir los costes.

Tras el éxito del primer vuelo del nuevo modelo de Eckener, el LZ127 realizó sus primeros viajes a Alemania, Italia, Palestina y España.

En agosto de 1929, Eckener comandó lo que sería su mayor reto: la circunnavegación del globo.

Tras realizar la vuelta al mundo con éxito, se embarca en una nueva aventura en 1931, cuando realizó un viaje de exploración al Ártico, cumpliendo así un antiguo sueño del conde von Zeppelin que este no pudo realizar debido al estallido de la Gran Guerra.

El gran dirigible LZ 127 Voló por primera vez el 18 de septiembre de 1928 y realizó 600 viajes sobrevolando 150 veces el Atlántico y se estableció una línea regular en 1936 de carga y correo postal con América del Sur.

El triste final de esta nave histórica llegó en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, en 1940, cuando fue desguazado para construir con sus piezas un avión de combate.

Los zepelines más famosos

Hindenburg y su gemelo el Graf Zeppelin II fueron los dos mayores dirigibles más grandes jamás construidos.

El más famoso era el Hindenburg que por aquel entonces uno de los zeppelines más rápidos de todos los tiempos, capaz de realizar un viaje transoceánico en dos días.

El Hindenburg fue nombrado en honor del Presidente de Alemania Paul von Hindenburg.

Era más largo que tres Boeing 747 juntos y alcanzaba una velocidad máxima de 135 km/h.

Originalmente, tenía capacidad para 50 pasajeros y una tripulación de 61 personas. En su interior los pasajeros disfrutaron de todos los lujos de la época. Los muebles y la decoración estaban inspirados en la Bauhaus.

El régimen nazi se apropió de la imagen del Hindenburg como una muestra de la grandeza del poderío alemán. El 1 de agosto, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, el dirigible sobrevoló el estadio olímpico antes de la aparición de Adolf Hitler.

Declive de las aeronaves

En sus inicios, los dirigibles contaban con bastantes garantías en cuanto a su seguridad surcando el cielo.

Sin embargo, la enorme expansión de flota de dirigibles y su excesivo crecimiento acabaron por cambiar esta estadística. Poco a poco, los diseñadores de aeronaves comenzaron a confiarse demasiado y se volvieron descuidados.

Se desencadenaron entonces una serie de trágicos accidentes que acabaron por retirar a los dirigibles de los cielos.

El 6 de mayo de 1937, tras haber cruzado el Atlántico, el Hindenburg se acercó a Nueva Jersey (EE UU) y, mientras largaba los amarres, y se acercaba a la torre, se observó a popa un destello de chispas extensas de electricidad estática (había una tormenta eléctrica y el aire estaba cargado eléctricamente). Repentinamente, se prendió fuego en la parte superior de la popa, extendiéndose casi instantáneamente.

Quedó destruido por completo en menos de 40 segundos. A pesar de lo impactante del desastre, de las 97 personas que había a bordo sólo 35 murieron.

Su esqueleto permaneció largo tiempo en el suelo hasta que fue vendido como chatarra.

Tras el desastre y posterior investigación, Adolf Hitler ordenó terminar con la flota de dirigibles comerciales.

La gran cobertura mediática del accidente tuvo una gran repercusión en el futuro de los dirigibles para pasajeros. Las imágenes del siniestro dieron la vuelta al mundo, acabando con la confianza que se tenía en este transporte.

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