Pacto de San Sebastián, primer paso hacia la República
El 17 de agosto de 1930, los partidos republicanos españoles acordaron en Donosti una estrategia común para poner fin a la monarquía de Alfonso XIII.
A mediados de 1930, la situación política en España era crítica. En enero, el rey Alfonso XIII había aceptado la dimisión como jefe de Gobierno del general Miguel Primo de Rivera, cuya dictadura había regido el país durante más de seis años. Su recambio, el también general Dámaso Berenguer, prometió retornar a la "normalidad constitucional", pero tanto los políticos republicanos como los que se hacían llamar "monárquicos sin rey" –su máximo exponente era Ángel Ossorio y Gallardo, democristiano maurista– denunciaron que esa opción era inviable: el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, apoyado por la Corona, había violado la Constitución de 1876 y no se podía volver sin más a ella. Hacían falta unas elecciones constituyentes presididas por un poder neutral, que dieran paso a unas Cortes con autoridad moral y legal para elaborar una nueva Constitución.
Además, en la práctica, la llamada "dictablanda" de Berenguer seguía sin resolver los problemas políticos y sociales de la nación, agravados por la crisis económica derivada de la Gran Depresión de 1929. Alfonso XIII contaba cada vez con menos apoyos: en abril de 1930, el exmonárquico Niceto Alcalá-Zamora se pasó a las filas del republicanismo y declaró que sólo existía ya un poder legítimo: las Cortes Constituyentes. Así las cosas, se fue fraguando una confluencia de republicanos "viejos" y "nuevos" y un ambiente propicio al acuerdo para derrocar políticamente a la monarquía borbónica. El primer paso para ello fue firmar el Pacto de San Sebastián. Una calurosa tarde de agosto, la del día 17, catorce hombres llegados a Donosti desde diversos puntos de España se reunieron a tal fin en los locales del Casino de San Sebastián donde tenía su domicilio social la Unión Republicana.
Los participantes en la reunión, en la que ejerció de anfitrión Fernando Sasiaín (presidente del Círculo Republicano de San Sebastián), fueron: por la Alianza Republicana, Alejandro Lerroux y Manuel Azaña; por la Derecha Liberal Republicana, Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura; por el Partido Radical-Socialista, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza; por la Federación Republicana Gallega, Santiago Casares Quiroga; por Acción Catalana, Manuel Carrasco Formiguera; por Acción Republicana de Cataluña, Macià Mallol Bosch; por Estat Català, Jaume Aiguader, y a título personal, Indalecio Prieto, Felipe Sánchez Román y Eduardo Ortega y Gasset (hermano del filósofo). Además, Gregorio Marañón, que no pudo asistir, envió una carta de adhesión. Y en octubre se sumarían al Pacto, en Madrid, las dos organizaciones socialistas: PSOE y UGT.
El único grupo republicano que no se sumó al acuerdo –del que no se levantó acta oficial por escrito– fue el Partido Federal Español. Tras acercar posiciones, los participantes decidieron una estrategia común para poner fin, a la mayor brevedad posible, a la monarquía de Alfonso XIII y proclamar la Segunda República. Una de las premisas esenciales del Pacto fue la aceptación por todos de un Estatuto de Autonomía para Cataluña, que se haría extensivo a "todas aquellas otras regiones que sientan la necesidad de una vida autónoma". Asimismo, se resolvió organizar una huelga general, para lo cual se formó en diciembre un comité revolucionario. La huelga no llegó a declararse y los miembros del comité fueron detenidos o marcharon al exilio, pero la caída del viejo régimen era ya irreversible y se materializó en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.