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Hitler y Eva Braun, boda en el búnker

El 29 de abril de 1945, con Berlín bajo las bombas y el Tercer Reich a punto de caer, el Führer y su compañera se casaron antes de suicidarse.

Nacho Otero

En 1929, cuando ella tenía 17 años de edad y él 40, Eva Anna Paula Braun conoció a Adolf Hitler en Múnich, donde la joven trabajaba como ayudante, dependienta y modelo para el fotógrafo personal del líder nazi –y luego fotógrafo oficial del Partido Nacionalsocialista–, Heinrich Hoffmann. Hitler aún no había alcanzado el poder que conseguiría en 1933, pero sus ideas radicales y carisma ya despuntaban y atraían miradas en toda Europa, sin ser la joven Eva una excepción. Un par de años después, tras el suicidio de Geli Raubal, la sobrina (y según algunos amante) de Hitler, Braun empezó a verse regularmente con el futuro Führer y se convirtió en una figura clave de su círculo íntimo. No obstante, hasta mediados de 1944 no apareció con él en público, después de que su hermana Gretl se casara con un general de las SS.

Eva Braun era de orígenes modestos: segunda de las tres hijas de un maestro de escuela y una costurera. Recibió una estricta educación católica, como era costumbre en la época, pero al terminar decidió cambiar el rumbo de su vida al iniciar estudios en mecanografía y entrar a trabajar en el estudio fotográfico de Hoffman, el fotógrafo del futuro Führer. Gracias a su trabajo en el estudio aprendió la técnica fotográfica y acabaría siendo la autora de la mayor parte de fotografías y cortometrajes en color que se conservan actualmente de Hitler.

Su relación con este, que solo se conoció públicamente tras la Segunda Guerra Mundial, la catapultó a las altas esferas del Tercer Reich, pero también la arrastró en su caída. Durante su último cumpleaños, Hitler hizo que sus más allegados le juraran fidelidad eterna a su Führer (era una hitleriana devota), y Eva Braun cumplió su palabra acompañándolo a Berlín para permanecer a su lado en el búnker bajo la Cancillería, en los últimos y fatídicos momentos del régimen nazi.

En los meses previos a abril de 1945, las fuerzas alemanas se habían visto ampliamente superadas por los soviéticos y habían acabado replegándose a su propio territorio. Hitler, conmovido por la lealtad de Eva (quien le había acompañado a pesar del peligro), accedió finalmente a casarse con ella, un deseo largamente acariciado por Braun pero al que él siempre se había negado. Así, en la madrugada del 28 al 29 de abril de 1945, con el Ejército Rojo a las puertas del búnker y tras la noticia de la ejecución ese mismo día de Mussolini y su amante, Clara Petacci, a manos de los partisanos, el Führer y Braun sellaron su pacto de amor y muerte. Con Goebbels y Bormann como testigos, contrajeron matrimonio civil en una sencilla ceremonia dentro del búnker y, menos de 40 horas después, el 30 de abril ambos se suicidaron (ella ingiriendo veneno, él de un disparo). Sus cuerpos fueron incinerados para que no cayeran en manos de los soviéticos.

La relación entre Hitler y Braun se hizo pública tras el final de la guerra y se convirtió en objeto de estudio e interés para muchos, especialmente al tratar el aspecto sentimental de la misma. Adolf Hitler pensaba que su pueblo debía verle como a un ejemplo de compromiso con la causa de Alemania y, por ello, el afecto amoroso y sexual hacia Eva quedaba oculto o muy limitado. Otras investigaciones, como la defendida por Thomas Lundmark en su libro ‘The Untold Story of Eva Braun’, afirman que la esposa del Führer padecía una rara condición ginecológica que no le permitía tener una vida sexual plena.

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