¿Fue Julio César el primer emperador de Roma?
Julio César formó parte del Primer Triunvirato y cimentó el régimen que, años más tarde, se convertiría en el Imperio Romano. Pero nunca fue emperador.
No. Un rotundísimo no. Cayo Julio César fue muchas cosas en su vida (filósofo, administrador, brillante estratega, militar, cronista, político y senador, amante de la fascinante Cleopatra, dictador y víctima de asesinato) pero nunca fue emperador por el simple hecho de que el Imperio romano no existía en los tiempos de César. Entonces, ¿por qué es tan común, en esas charlas sobre Historia Antigua mientras uno cena o ve el partido, incluir al buen Cayo Julio en la lista de emperadores?
CCV (Cayus Curriculum Vitae)
Entre las hazañas que llevó a cabo y las que se sumó por cuenta propia, es normal que el nombre de Julio César sea el más conocido cuando se habla de la vieja Roma. César fue un hombre extraordinario y sumamente inteligente no solo en el ámbito militar, sino en casi todo lo que hacía. Perteneciente a uno de los linajes más antiguos de toda Roma, la leyenda dice que la genis Julia se remonta a Eneas (troyano fundador de Alba Longa) y a la mismísima diosa Venus. A pesar de todo, su familia no pasaba por su mejor momento y en lo social se situaba a un nivel medio-bajo: su abuelo y su padre solo habían llegado a pretores (magistrados), pero las ambiciones del joven César apuntaban mucho más alto.
César estudió filosofía en Rodas y encontró aliados políticos (el marido de su tía, Mario) y económicos (su futuro aliado Craso) que le permitieron ascender y llegar al puesto de senador en el año 70 a.C. Antes de eso ya había sentido la llamada de las armas y había marchado a luchar en Asia, de donde volvió con experiencia y grandes ideas. Su carrera militar iría compaginada con labores administrativas y ambas estarían plagadas de éxitos que dejarían su nombre grabado en Hispania y Lusitania, Egipto, la Galia (véase la batalla de Alesia) o Britania, isla que vivió el primer desembarco romano bajo las órdenes de César. Astuto como pocos, supo ganarse la confianza de las personas adecuadas y respaldar su ascenso social con el prestigio que se había ganado en el Senado o en el campo de batalla.

Julio César
Casi imperator, pero no
En resumen, todo el mundo quería al gran Julio César. Sus aliados confiaban en él, las mujeres caían rendidas a sus encantos, los legionarios le profesaban una lealtad ciega y sus enemigos se morían de envidia impotentes ante aquel coloso. Llegamos entonces al momento clave por el que se suele confundir César con un emperador: el Primer Triunvirato y su posterior dictadura.
El modelo de la República se caía a pedazos y el Senado, que debía ser su principal organismo, era un nido de víboras en el que solo importaban los intereses personales y lo que a uno le pagaran para votar esto o aquello. Craso, Pompeyo y César dieron la estocada final a la República de Roma y constituyeron el Primer Triunvirato, un gobierno centralizado y fuerte en el que todo el poder se repartía entre estos tres personajes con el fin de estabilizar la situación en su amplísimo territorio. El pacto duró poco ya que Craso se fue a luchar contra los partos, muriendo en la campaña, y César encabezó la conquista de la Galia, que le costó siete años. Al volver, César era un dios caminando entre simples mortales y el trono ya no era lo bastante amplio para los dos. César cruzó el Rubicón a la cabeza de sus ejércitos (Alea iacta est), derrotó a las tropas de Pompeyo y entró en Roma como un conquistador, haciendo huir a su enemigo.
Cayo Julio César se hizo con el poder absoluto en Roma y lo ostentó a placer hasta su asesinato en el 44 a.C. Durante este tiempo promovería algunas de las mayores obras públicas de Roma y terminaría de sepultar el modelo republicano, dando paso a un sistema de “mando único” basado en el mantenimiento (e incluso expansión) del vasto territorio que había conquistado y romanizado en sus campañas. Su hijo adoptivo, Octavio, comenzó pactando con Marco Antonio y Lépido en el Segundo Triunvirato pero no dudó en quitárselos de en medio cuando le estorbaron. Sobre los cimientos construidos por Julio César, Augusto (nombre que adoptó como emperador) fue dando forma al modelo social y político que él tenía en mente hasta que situarse a la cabeza del mayor imperio que Occidente había visto.