La primera inmersión del Submarino Peral
El primer submarino torpedero propulsado por energía eléctrica, invento del español Isaac Peral, fue botado el 8 de septiembre de 1888.
Isaac Peral y Caballero (1851-1895), físico, marino y militar español, ha pasado a la Historia fundamentalmente por haber sido el inventor del submarino que lleva su nombre. Éste no fue el primer buque capaz de navegar sumergido bajo la superficie del agua: ya desde el siglo XVI hubo artilugios que lo lograron, como la chaika cosaca o el sumergible a remo que diseñó Cornelius Drebbel en 1620, si bien se trataba de ingenios de escaso tamaño y con poquísima autonomía. El antecedente directo del Submarino Peral fue realmente el Ictíneo II, puesto a punto por otro español, Narcís Monturiol, en 1864. La gran diferencia: el de Peral fue el primero propulsado por energía eléctrica y no por bomba de vapor, lo que lo convirtió en el primero viable desde un punto de vista militar. Además, contaba con un tubo lanzatorpedos a proa.
Sin embargo, pese a su viabilidad, tuvo una accidentada historia. Peral lo diseñó ya en 1885 y lo presentó ese mismo año al ministro de Marina español, Manuel de la Pezuela, que no autorizó su construcción hasta finales de 1886. Los ministros que sucedieron a De la Pezuela mostraron hacia el proyecto indiferencia, cuando no una abierta hostilidad, y sólo gracias a la intervención directa a favor de Peral de la reina regente María Cristina pudo finalizarse la construcción del submarino. Su casco era de acero, con forma de huso y tres tanques de trimado, que achicaban por medio de bombas. Su cota máxima de inmersión era de 30 metros y se controlaba por medio de dos hélices de eje horizontal, accionadas eléctricamente.
Finalmente, tras tres años de contratiempos, tuvo lugar su botadura y primera inmersión el 8 de septiembre de 1888 en aguas de San Fernando (Cádiz). A finales de ese año se realizaron distintas pruebas tanto en dique como en mar abierto para determinar su velocidad, capacidad de navegación, autonomía de inmersión y eficacia en el lanzamiento de torpedos. El Peral tuvo éxito en las pruebas nocturnas, pero fracasó en una diurna. No obstante, superó con creces las expectativas, aunque ello no fue suficiente para que la Armada española le diera su visto bueno. Pese a que no llegó a desguazarse como se había ordenado, quedó arrumbado en el Arsenal de la Carraca (Cádiz) hasta ser rescatado como pieza de museo en 1929.