El fraude del puente de Brooklyn
George C. Parker se presentaba a sus incautas víctimas como el constructor del puente y les hablaba de la posibilidad, como propietario, de establecer un peaje.
En el Nueva York de principios del siglo XX, una ciudad en pleno crecimiento, casi nadie tenía demasiado claro qué bienes eran públicos y cuáles no.
Por lo tanto, la idea de que un puente pudiese ser de propiedad privada no resultaba tan descabellada.
Y así lo pensó el estafador George C. Parker, que se presentaba a sus incautas víctimas como el constructor del puente y les hablaba de la posibilidad, como propietario, de establecer un peaje para acceder a Manhattan o Brooklyn.
Contaba que él no podía hacerse cargo de ello porque lo suyo era la construcción y no tenía interés en explotarlo comercialmente.
Es más, estaba dispuesto a “hacer un sacrificio” y vender el puente por debajo de su valor.
En la mente de sus codiciosas víctimas aparecían los miles de dólares que ganarían con tan lucrativo, y a la vez sencillo, negocio.
La mayor parte de ellos mordía el anzuelo y pagaba a Parker por un título de propiedad. Falso, evidentemente.
En muchas ocasiones, los incautos se dieron cuenta del engaño cuando construyeron las cabinas de peaje, al ser advertidos por la policía de que habían sido presas de un estafador.
Pero, no solo vendió el Puente de Brooklyn. El antiguo Madison Square Garden, el Museo Metropolitano de Arte, la tumba del General Grant o la Estatua de la Libertad también figuraban entre "sus" propiedades.
Parker fue condenado por fraude y falsificación de documentos en tres ocasiones. En la última de ellas, dictada el 17 de diciembre de 1928, fue condenado a cadena perpetua en la prisión de Sing Sing. En 1936, falleció a la edad de sesenta y seis años.
Uno de los estafadores más audaces en la historia de Estados Unidos. Sus “hazañas” llegaron a formar parte de la cultura popular norteamericana (literatura, cine…) e incluso en el lenguaje coloquial estadounidense se dice: "si te crees eso, entonces tengo un puente que venderte", refiriéndose a una persona demasiado crédula.