Galeones: tocados y hundidos en el siglo XVIII
40 buques que transportaban el tesoro más grande que jamás hubiera atravesado el Atlántico, con una tripulación diezmada por la enfermedad y la falta de agua y víveres.
Desplegadas sus velas, entraban en la ría de Vigo los Galeones de la Plata al mando del almirante Château Renault y el general Manuel Velasco Tejada, escoltados por navíos franceses.
En 1702 tuvo lugar en la ría gallega de Vigo una de las derrotas navales más “caras” para la flota española de la época.
Conocido como la batalla de Rande, el combate enfrentó a una escuadra combinada francoespañola contra una anglo-holandesa y se saldó con el hundimiento de la mayor parte de la Flota del Tesoro, formada por 19 galeones españoles cargados en su mayoría con plata del Nuevo Mundo.
Aquellos galeones y los barcos de guerra franceses que los protegían fueron atacados y casi todos hundidos por una gran escuadra anglo holandesa.
Buena parte de los tesoros se fueron al fondo lodoso de la Ría, donde se supone que todavía permanecen tras los muchos intentos de rescate que tuvieron lugar a lo largo de los Siglos XVIII y XIX.
Parte del oro y la plata se pudo salvar, otra se hundió y una tercera fue el botín de los vencedores. Con el oro de Rande se acuñaron en Inglaterra monedas de cinco, una y media guineas; con las de plata de una corona, media corona, un chelín y seis peniques, todas con la efigie de la Reina Ana en su anverso. Circularon a lo largo de muchos años.
El evento fue recordado por Julio Verne en su obra Veinte mil leguas de viaje submarino, en la que el famoso capitán Nemo buscaba las riquezas hundidas –que se han valorado en torno a los 2.400 millones de euros–, aunque también señalaba que gran parte del tesoro ya había sido recuperado en tiempos de Felipe V.
Confirmando la teoría de Nemo, la Real Academia Gallega y la Universidad de Santiago también coinciden en desmontar la leyenda y afirman que hay documentos que atestiguan que los galeones descargaron su cargamento antes de la batalla y que la plata viajó por tierra a lomos de bueyes y en carros hasta Madrid.
No obstante, todavía hoy diversas empresas cazatesoros de diferentes naciones continúan interesándose por su búsqueda y presionando a la Xunta de Galicia para que les conceda los permisos de excavación.