¿Quién inventó el Super Glue?
El pegamento Super Glue, extremadamente estable, fue inventado accidentalmente por Harry Coover en 1942.
Si miramos en cualquier caja de herramientas en casi cualquier parte del mundo es muy probable que, entre destornilladores y martillos, encontraremos ese pequeño tubo cuyo líquido transparente nos ha sacado de tantos apuros. El conocido adhesivo Super Glue surgió a mediados del siglo XX a partir de un experimento fallido y, una vez se comercializó, supondría una revolución en el día a día cuyos efectos se siguen notando actualmente. Las maravillas de este pegamento extremadamente estable se las debemos al científico estadounidense Harry Coover.
Nacido en Newark, en Delaware (EEUU) el 6 de marzo de 1917, se licenció en el Hobart College e hizo un máster en Ciencias y un doctorado por la Universidad Cornell de Nueva York. Tras sus estudios entró a trabajar en la compañía Eastern-Kodak, una de las empresas de fotografía más importantes del país, y el desarrollo de distintos proyectos le llevaron a registrar un total de 460 patentes ante la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos. Todo cambiaría en 1942 cuando, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos se unió a la guerra y contrató a Eastern-Kodak para investigaciones sobre óptica aplicadas al ámbito militar.
A Coover y su equipo se les encargó trabajar con compuestos plásticos transparentes (cianocrilatos) para fabricar miras de fusil. Entre las distintas sustancias que trataron estaba el cianocrilato de metilo, que se adhería a cualquier superficie al mínimo contacto y que imposibilitaba trabajar con él y usarlo para el objetivo asignado. Aun con todo, Coover vio el potencial de la sustancia e intentó patentarla, aunque fue rechazado. Años más tarde, desarrollaría un proyecto para hacer cabinas de aviones de combate con cianocrilato de metilo sin éxito.
Lo que hacía tan especial a este compuesto era que reaccionaba ante cantidades ínfimas de agua, como la humedad que cubre todos los objetos de forma natural. Su estructura molecular le permite transformar una serie de moléculas individuales en cadenas de enlaces muy difíciles de romper. Los electrones de las moléculas de agua afectan a la molécula de cianocrilato básica y le confieren una forma de gancho de dos cabezas que se enlaza con otras moléculas de cola. De hecho, la reacción del cianocrilato de metilo es tan rápida y fuerte que antes de comercializarlo se mezcla con pequeñas cantidades de ácido para frenarla.
Nueve años más tarde, Coover se uniría al investigador Fred Joyne y juntos desarrollarían una nueva fórmula que, esta vez sí, conseguirían patentar y pondrían a la venta en 1958 bajo el nombre de ‘Eastmen 910’. Coover participó en el concurso televisivo ‘I’ve got a secret’ y demostró las increíbles propiedades de su adhesivo, que no necesitaba calor ni presión para conseguir uniones extremadamente fuertes. Las ventas para uso industrial y en el hogar se dispararon, pero lo más curioso es que el Ejército estadounidense lo utilizó durante la guerra de Vietnam para cerrar heridas y salvó miles de vidas.
El Super Glue, como sería rebautizado, hizo que Harry Coover se convirtiera en un referente en el mundo científico y le valió premios como el Southern Chemist Man of the Year Award, la Medalla Nacional de Tecnología en 2010 o un lugar en el Salón de la Fama de los Inventores. Coover falleció el 26 de marzo de 2011 en su residencia de Kingsport, Tennesse, a la edad de 94 años.