Napoleón contra el General Invierno
Napoleón invadió Rusia el 23 de junio de 1812, pero el invierno ruso lo derrotó el 14 de diciembre de ese mismo año.
El 24 de junio de 1812, la Grande Armée de Bonaparte, constituida por 691 500 hombres –el mayor ejército jamás formado en la Historia europea hasta entonces–, cruzó el río Niemen (en la actual Lituania) y enfiló hacia Moscú. Napoleón había enviado una oferta final de paz poco antes del inicio de las operaciones al zar Alejandro I, de la que nunca recibió respuesta, por lo que ordenó a su ejército internarse en la Polonia rusa. Al principio no halló apenas resistencia y avanzó con rapidez por el territorio invadido, pero pronto se daría de bruces con un enemigo tan duro como inesperado: el General Invierno.
Con este nombre se conoce a la temible estación fría en Rusia. Dura cinco meses, de noviembre a finales de marzo, y es famosa por sus bajísimas temperaturas y las dificultades que causa al transporte, por lo que siempre ha tenido mucha relevancia en el ámbito militar. Se lo ha llamado también General Nieve o General Barro y ello se debe a la raspútitsa, un fenómeno de infiltración de agua en el suelo que llega a formar un mar de lodo en el momento de la fusión de las nieves en primavera y en el de las lluvias de otoño. La palabra puede ser traducida como "época del fango" y se aplica tanto a la estación como al estado de los caminos, particularmente afectados. Y esa fue la mayor dificultad que doblegó a Napoleón.
Los problemas de Napoleón habían empezado antes de la llegada del temible invierno ruso. Confiado en que su racha de victorias no terminaría nunca y en la superioridad incuestionable de su ejército, el corso penetró en territorio ruso y avanzó rápidamente durante los primeros momentos de la campaña, hasta que llegó a Moscú. Al entrar en la ciudad moscovita, los franceses descubrieron que esta había sido evacuada y el general Kutúzov se había asegurado de que los franceses no encontraran ningún tipo de suministro o provisión que les pudiera resultar útil. Esta táctica de tierra quemada resultó extremadamente efectiva, ya que Napoleón se encontró en medio de un país inmenso, muy lejos de sus campamentos y con el invierno acechando. No le quedó más remedio que batirse en retirada mientras las fuerzas rusas lo acosaban por la retaguardia.
La fallida invasión del Imperio ruso fue un punto de inflexión en las Guerras Napoleónicas. La campaña redujo a las fuerzas de invasión francesas a menos del 20% de su capacidad inicial. A las duras condiciones climatológicas se sumaron diversos desaciertos estratégicos y una creciente resistencia rusa, que culminó con el incendio de Moscú del 2 al 6 de septiembre. Finalmente, el 14 de diciembre los franceses, derrotados, cruzaron el río Niemen en sentido contrario. El papel crucial de este episodio en la cultura rusa puede apreciarse en la obra de Tolstói Guerra y paz y en la identificación que la URSS hizo entre esta invasión y la alemana de 1941-1945 (Operación Barbarroja): la segunda es conocida como Gran Guerra Patriótica y la primera como Guerra Patriótica de 1812.