¿Se han hecho pruebas nucleares en la Luna?
En 1958, durante la Guerra Fría, las Fuerzas Aéreas estadounidenses desarrollaron un plan para demostrar a la Unión Soviética su supremacía militar.
Durante la Guerra Fría, las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética se vieron reflejadas en las intervenciones que ambas potencias realizaban en todo el mundo con el fin de extender o frenar el comunismo. Pero, por encima de eso, se pudo apreciar en la intensa carrera espacial y la carrera armamentística que se llevó a cabo desde 1949, cuando la Unión Soviética consiguió desarrollar su arma nuclear e igualó a los Estados Unidos. En 1958, momento álgido de los enfrentamientos, las Fuerzas Aéreas estadounidenses desarrollaron un arriesgado plan para demostrar al enemigo su supremacía militar.
El éxito conseguido por el Sputnik I en 1957, el primer satélite artificial que orbitaba alrededor de la Tierra, dio ventaja a la Unión Soviética en la carrera espacial y puso muy nerviosos a los Estados Unidos. Según desvelan unos documentos secretos desclasificados en 2013, Estados Unidos se embarcó en un proyecto secreto, bautizado como A-119, para hacer estallar una bomba atómica en la Luna. Según las declaraciones de Leonard Reiffel, físico encargado de liderar el proyecto fallecido en 2017, la motivación para realizar el lanzamiento era científica (conocer los efectos del lanzamiento espacial en el dispositivo y de la radiación en la Luna), política (demostrar el poderío estadounidense y recordar la capacidad de disuasión que poseían) y militar (analizar la posibilidad de instalar ojivas nucleares en la Luna desde donde disparar).
Reiffel, que incorporó al proyecto al famoso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan, afirmó que el impacto de una bomba atómica en la Luna no provocaría grandes daños en su superficie más allá de un pequeño cráter “apenas reconocible con un buen telescopio”. El plan original era provocar la explosión en la cara oculta de la Luna, para que el satélite Sputnik no captara el hongo nuclear iluminado por la luz del sol. Se pretendía lanzar un misil balístico intercontinental que ascendería cerca de 400.000km hasta impactar con la superficie lunar, e incluso se llegó a barajar la opción de utilizar una bomba muy similar en tamaño y potencia a la ‘Little Boy’, el dispositivo que explotó en Hiroshima el 6 de agosto de 1945.
En 1959, el proyecto A-119 presentaba más inconvenientes que ventajas. Los expertos no querían saturar las radioactividades naturales de la Luna añadiendo las lanzadas desde la Tierra, no se conocía a ciencia cierta si las armas nucleares serían fiables en el espacio o las consecuencias de su lanzamiento y se pensaba que la opinión pública estadounidense podría posicionarse fuertemente en contra del proyecto. La idea acabó desechada y toda la información existente se ocultó en los archivos del Pentágono durante años.