¿Cuándo partieron los últimos buques de la Armada Invencible?
Hace 430 años, el 30 de mayo de 1588 zarpó desde Lisboa la última flota de la "Armada Invencible" para derrocar a la reina Isabel I de Inglaterra.
A comienzos de 1588, el rey Felipe II de España fue consciente de que la Armada Invencible se había convertido en un enorme gasto financiero y se apresuró a dar la orden para que se atacase Inglaterra, gobernada por Isabel I, conocida como la Reina Virgen.
Sin embargo, el 9 de febrero de 1588 el líder de la Armada, Álvaro de Bazán, murió de tifus, dejando a la flota militar española sin almirante.
En Lisboa no se encuentraba a nadie que dispusiese del prestigio social para liderar una empresa de esa envergadura, de modo que el rey español recurrió al duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán.
El duque se dirigió a Lisboa para cumplir con su cometido. Al cabo de seis semanas de estar al mando de la Armada decidió que ya estaban preparados partir hacia Inglaterra.
En ese momento, la Armada Invencible incluía 19.000 infantes, 7.000 marineros, 1.000 caballeros de fortuna, 180 clérigos y 130 barcos.
Antes de partir hacia Inglaterra, el duque de Medina Sidonia mandó un correo al duque de Parma, en los Países Bajos, para informarle de que la Armada Invencible se hacía a la mar. Recomendó en su carta que preparase las tropas terrestres para la invasión de Inglaterra.
Antes hizo escala en el puerto de A Coruña (España).
Pero la flota de la Armada Invencible se topó con intensas tempestades marítimas al mes de haber zarpado del puerto de la capital portuguesa. Se perdieron 40 barcos.
Esta escuadra militar española se vio sorprendida por una terrible tormenta que diezmó la flota.
Aquellas fuertes galernas dispersaron la flota frente a las costas coruñesas, y empujaron a algunos barcos hasta el sureste de Inglaterra, y a otros hacia el golfo de Vizcaya.
Tardaron más de un mes volver a reunir la flota.
Por su parte, el duque de Medina-Sidonia volvió a aconsejar una vez más al rey que desistiese de la empresa o que le relevase del mando, a lo que el soberano español respondió negativamente.
Las naves españolas son vencidas
Cuando los barcos españoles se encontraban dispersos en el mar del Norte, los ingleses fueron a atacarlos.
El duque de Medina Sidonia maniobró para hacer frente al asalto y su galeón recibió 107 impactos.
Los ingleses atacaron los barcos españoles desde tan cerca que incluso se intercambiaron insultos.
El ataque no finalizó hasta que los barcos ingleses agotaron su munición.
Ante tal situación, el duque ordenó que las naves españolas se reagrupasen. Sin embargo, los capitanes de algunos buques se niegan a acatar su orden, por lo que el duque se ve obligado a reconocer la derrota.
Ya vencida, lo que quedaba de Armada Invencible española surcó el mar del Norte, pero a causa de fuertes vientos, se vio obligada a rodear las islas británicas por Escocia y luego bordeó Irlanda para dirigirse a los puertos españoles, con los consecuentes desastres y hundimientos en las abruptas y tormentosas costas británicas, que causaron un gran número de bajas entre los españoles.
El desastre de la Armada española en 1588 siempre se achacó por parte de los ingleses a la desigual pericia de ambos países en la navegación marítima.
Consideraban que la armada de Inglaterra era un brillante ejemplo de la gran tradición defensiva del país sajón que había impedido, desde la invasión normanda del siglo XI, el desembarco en suelo inglés de cualquier fuerza hostil por poderosa que fuera.
Se cuenta que cuando regresó la Armada a España, el rey Felipe II dijo: «Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos».