Stalin, antes de ser el Zar Rojo
La palabra rusa "stalin" significa “hecho de acero”, pero antes de autodenominarse de esta forma, el dictador soviético recibió otros apelativos.
Creció como un niño débil y padeció enfermedades y accidentes que lo dejaron marcado de por vida y le valieron sobrenombres tales como “Renco” (cojo), “Picoso” o “El picado de viruela”. Más tarde, ya como un joven rebelde, Iósif o Sosó –como lo llamaban familiarmente y entre sus camaradas más cercanos– Dzhugashvili recibió el apodo de Koba, el nombre de un famoso bandido y rebelde georgiano, antes de tomar el nombre de Stalin. E incluso tuvo un seudónimo como poeta: Soselo.
La primera mentira en la vida de Stalin la orquestaron su madre y un cura, que dijeron que era hijo de un clérigo para que pudiera ingresar en el colegio religioso de Tbilisi. Allí destacó por una elegancia desmedida al vestir, nada acorde con su verdadera clase social. Pero también por una personalidad voluble que le llevó de saltar de alegría a la ira más desmedida.
Años después, aún en el seminario, comenzó a ofrecer libros prohibidos y se propuso poner el mundo patas arriba. La primera vez que salió del seminario, su padre le secuestró para enseñarle el oficio de zapatero. La segunda, le echaron por agitador. Al ser expulsado de la escuela eclesiástica, comenzó a trabajar como meteorólogo. Entonces fue cuando se hizo un nombre como poeta firmando como Soselo. En el observatorio meteorológico donde trabajó inició un interminable historial de detenciones de las que siempre acabaría escapando por todos los medios, fingiendo ser inválido o disfrazándose de mujer.
Mucho después, durante los años de su dictadura en la URSS, el político adquirió los modestos títulos de “Padre de las Naciones”, “Brillante Genio de la Humanidad”, “Gran Arquitecto del Comunismo” y “Jardinero de la Felicidad Humana”.