¿Cuál fue la dinastía Ulpio-Aelia del Imperio Romano?
Es el nuevo nombre que se está imponiendo entre los historiadores para denominar a los anteriormente llamados Antoninos o Buenos Emperadores.
El estudio de la Historia no es algo inamovible y predeterminado, sino que a la luz de nuevos datos e investigaciones se van modificando muchos conceptos. Así, dinastía Ulpio-Aelia es el nuevo nombre propuesto por la arqueóloga y epigrafista española Alicia M. Canto, miembro de la Real Academia de la Historia, y adoptado por un sector de la historiografía actual, para referirse a los siete césares del Imperio Romano que reinaron entre los años 96 (acceso de Nerva al trono) y 192 (asesinato de su último representante, Cómodo). Además de los dos citados, dicha dinastía comprendería a los emperadores Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y el co-emperador de éste, Lucio Vero. A diferencia de otras, como la dinastía Julio-Claudia, la dinastía Flavia o la dinastía Severa, nunca ha habido acuerdo entre los historiadores sobre cómo agrupar y denominar a estos emperadores del siglo II ("la mejor centuria en la Historia de la humanidad", según el especialista británico Edward Gibbon), por lo que el debate no es nuevo.
Las definiciones más utilizadas desde el siglo XVIII hasta hace poco han sido dinastía Antonina, los Antoninos, los Buenos Emperadores y los Emperadores Adoptivos, pero realmente ninguna es completamente satisfactoria, ya que de todas ellas queda excluido alguno de sus supuestos miembros. Por ejemplo, el primer "antonino" fue en realidad el cuarto emperador de esta estirpe, Antonio Pío (138-161), y sólo otros dos descienden de esta rama, Marco Aurelio y Lucio Vero. En cuanto a las adopciones, fueron meramente una operación de cosmética política y no cumplen los principios ideales de la adopción descritos por Galba o Plinio el Joven. Y del calificativo de "buenos" quedaría fuera sin duda Cómodo, despótico, desequilibrado y pésimo gobernante, y tal vez algún otro.
Lo obsoleto de estas tres clasificaciones universalmente aceptadas es más evidente ante los 48 textos antiguos que demuestran que, durante todo el siglo II, existió una auténtica dinastía de raíces hispanas cuyo vínculo no fueron las adopciones, sino la línea de sangre y parentesco. Ésta se basó en las mujeres de la dinastía, que transmitieron la legitimidad para heredar el trono: Pompeya Plotina, Vibia Sabina, Matidia la Menor, Faustina la Mayor y Faustina la Menor, todas pertenecientes a la familia Ulpio-Aelia. Tanto es así que Cómodo, cuya madre era bisnieta de Trajano, retomó oficialmente el nomen o apellido familiar, Aelius, en 191, un año antes de su imprevista muerte. La recopilación y el análisis por Alicia M. Canto del casi medio centenar de textos que permiten sostener esta hipótesis muestran cómo, tras el anciano Nerva como introductor, los seis emperadores siguientes –que son llamados externi, extranjeros, por el historiador Aurelio Víctor– forman una auténtica estirpe con consanguinidad, parentescos y fuertes conexiones con la Bética. Todo ello ha llevado a la especialista a proponer el nombre de dinastía Ulpio-Aelia, que ha sido aceptado ya por diversos autores. Aunque, claro, dos siglos y medio de tradición historiográfica –y un cierto sexismo– siguen pesando en favor de las anteriores denominaciones. Pero es quizá cuestión de tiempo.