¿Quién mató a Martin Luther King?
Dos meses después del asesinato de King, el 8 de junio de 1968, el convicto fugitivo James Earl Ray fue capturado en el Aeropuerto de Londres-Heathrow con un pasaporte canadiense falso.
Ese día, todos los soñadores, defensores de los derechos civiles, y luchadores por la igualdad lloraron. Martin Luther King Jr. fue abatido el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, por un tiro en la cabeza mientras saludaba a sus seguidores desde el balcón del motel Lorraine –actualmente es el Museo Nacional de Derechos Civiles– y en compañía de sus colaboradores. El ministro baptista y Nobel de la Paz se encontraba en Memphis respaldando una huelga de trabajadores afroamericanos que demandaban mejoras laborales y salariales. El asesino era James Earl Ray, un pro-segregacionista con una amplia carrera delictiva que empleó una ventana de baño frente al balcón del motel donde Martin Luther King se encontraba para dispararle. Las huellas dactilares halladas en la escena del crimen y el arma abandonada sirvieron para poder determinar su culpabilidad. Aunque, después de juicio y condena, pasó la vida tratando de exculparse del asesinato.
Tras el asesinato, Ray fue detenido en junio de 1968 en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. En los dos meses entre el asesinato de Martin Luther King y su captura viajó por diferentes países, entre ellos, Portugal y Sudáfrica. Esta movilidad internacional es uno de los argumentos que utilizan quienes creen que el plan de Ray tenía que tener algún tipo de respaldo. En cualquier caso, Ray se declaró culpable ante un jurado en Memphis el 4 de marzo de 1969 con la intención de evitar la pena capital. Ingresó en prisión con una condena de 99 años a la espalda.
Cambio de última hora
Pero pronto se retractó en su confesión, dijo que le habían obligado a firmarla y explicó que él era solo el cabeza de turco de una conspiración mayor, que desconocía. Aceptó que él había comprado el fusil, pero que se lo dio a un tal Raoul, personaje misterioso de quien nunca más se supo. En 1978, un comité del Congreso determinó que fue Ray quien disparó la bala que acabó con la vida del Dr. King, pero que lo hizo porque una organización racista de Misuri le ofreció la considerable recompensa de 50.000 dólares de los de entonces (equivalente a 370.550 dólares en la actualidad).
En 1997, uno de los hijos del líder de los derechos civiles, Dexter King, aceptó escuchar las explicaciones de James Earl Ray y quedó convencido de que no pudo actuar por su cuenta; le dio apoyo para conseguir un juicio justo. Este gesto pretendía ser una forma de redirigir la atención de la opinión pública y ejercer presión a las reclamaciones de la familia King sobre las sospechas de una conspiración mayor en la que podrían haber estado mezclados grupos supremacistas, fuerzas del orden e incluso el propio FBI (el desprecio que J. Edgar Hoover sentía por Luther King era de sobra conocido).
James Earl Ray murió en 1998 a causa de complicaciones relacionadas con una enfermedad renal provocada por la hepatitis C que contrajo durante su estancia en la Prisión Estatal de Mountain Brushy, probablemente como resultado de una transfusión de sangre tras ser apuñalado en prisión.