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¿Cómo se gestó el Imperio inca?

El Imperio inca surgió a partir de la figura de Manco Cápac, heredero de la cultura Tiahuanaco y fundador de la civilización incaica de Cuzco.

Probablemente en la primera mitad del siglo XIII –si bien no hay consenso entre los especialistas–, emerge la prominente figura de Manco Cápac, primer líder y fundador de la civilización inca de Cuzco. Perteneciente a la etnia de los tapicalas, herederos de la cultura Tiahuanaco, este enigmático personaje –cuentan las crónicas– nació coincidiendo con el éxodo protagonizado por su pueblo, que huía del acoso de los aimaras en dirección a Cuzco, un largo periplo de más de quinientos kilómetros que se prolongó durante veinte años, aproximadamente.

Echaron raíces en el valle del Huatanay, derrotando a etnias como los hualas, los sahuares o los alcahuisas y rivalizando contra el poderoso Estado confederado de Ayamarca.

Para conservar su privilegiada posición en Cuzco, los incas tuvieron que librar numerosas guerras bajo el fuerte liderazgo de Manco Cápac, fundador del curacazgo del Cuzco, que no es sino el primer estadio de desarrollo de la cultura incaica del altiplano andino.

Las evidencias documentales acerca de la existencia de Manco Cápac son tan escasas que muchos historiadores consideran al “padre” de la civilización incaica como una mera figura legendaria, el fundador mítico de un Estado cuyas primeras evidencias históricas incontestables son muy posteriores. Lo cierto es que la arqueología ofrece alguna pista interesante en este sentido.

A mediados del siglo XIX, el dudoso relato del éxodo de los tapicalas adquirió definitivamente una dimensión histórica gracias a las excavaciones llevadas a cabo por Francis de Castelnau y Max Uhle, que documentaron evidencias –en forma de edificios inacabados y objetos de valor abandonados– de un ataque sufrido por los tapicalas probablemente a manos de los aimaras, que corroboraría el relato de la penosa huida y el éxodo de esta etnia en dirección a Cuzco.

En cualquier caso, en este primer período, los incas se limitaron a consolidar sus precarias posiciones, incapaces aún de ampliar su esfera de influencia política y geográfica. Esta tendencia habría de cambiar definitivamente de la mano de Cápac Yupanqui, el primero de los gobernantes incas con ambiciones expansionistas, que se atrevió a abandonar la seguridad del valle del Cuzco en busca de nuevas tierras y conquistas. Éstas llegaron a expensas de los vecinos de Andamarca y Cuyumarca, que fueron absorbidos por el pujante Estado incaico.

Con la muerte de este belicoso monarca, el quinto de la dinastía Hurin, la historia del Curacazgo del Cuzco se aproxima a un punto de inflexión determinante. Aún entonces, a mediados del siglo XIV, el Imperio inca era un Estado relativamente modesto y ni siquiera constituía el poder hegemónico en la región, honor que correspondía a los ayamarcas. Pero la llegada al poder de los monarcas de la dinastía Hanan Cuzco, iniciada con Inca Roca (el primero de los gobernantes cuzqueños en usar el título de Inca), cambió definitivamente la tendencia.

Más allá de las tímidas anexiones acometidas por Cápac Yupanqui, fue Viracocha Inca el verdadero impulsor, ya en la primera mitad del siglo XV, de la proyección imperialista del Curacazgo de Cuzco. Así, se afanó en la construcción de puestos avanzados y guarniciones militares, despertando las iras de una de las grandes potencias regionales: los chancas, que alarmados ante la agresividad del nuevo monarca cuzqueño decidieron presentar batalla, pero cayeron estrepitosamente derrotados gracias a las formidables dotes de mando de Pachacútec, hijo del monarca. Éste logró salvar in extremis la ciudad de Cuzco, abandonada por su padre a su suerte, seguro de una derrota que Pachacútec logró evitar. A pesar de la desconfianza que le inspiraba, Viracocha Inca no pudo evitar que, gracias a sus logros militares y a la escasa popularidad de Inca Urco –su hermano, huido de Cuzco con su padre ante la amenaza de los chancas–, Pachacútec se hiciera con el trono y, a la postre, pasara a la Historia como el más grande de los monarcas incas, responsable del período de mayor esplendor de su civilización.

Más información sobre el tema en el artículo El reino de los Hijos del Sol, escrito Roberto Piorno. Aparece en el último monográfico de MUY HISTORIA, dedicado a Incas, mayas y aztecas

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