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¿Desde cuándo ha habido ejércitos infantiles?

En la antigua Esparta a los siete años ya eran soldados. Ocupaban el cargo de escudero desde una edad temprana en el medievo y hasta en la África del siglo XX se han creado ejércitos de niños.

Siempre ha habido niños soldados, pero hasta el siglo XX no se ha extendido el imperativo moral de proteger a los más pequeños de los horrores de la guerra. Para muchas culturas era natural formarse desde la infancia para convertirse en soldado.

A la edad de siete años los varones espartanos abandonaban el hogar familiar para alojarse en barracones-escuela, como si de un cuartel se tratara. La preparación que allí recibían estaba orientada a la obediencia absoluta hacia el maestro, a conseguir un estado físico sobresaliente y a desarrollar aptitudes útiles en el campo de batalla, tales como el sigilo o la sorpresa.

En la Edad Media, el cargo de escudero era habitualmente reservado a los niños. En ellos ejércitos otomanos, la unidad de élite de los jenízaros –surgida en el siglo XIV– estaba compuesta preferentemente por jóvenes cristianos cautivos en guerra que empezaban su adiestamiento entre los siete y los catorce años, y a quienes se encomendaban las misiones más arriesgadas.

En las flotas que surcaron los océanos en la era de los decubrimientos, los niños ocupaban puestos de grumetes. Y en los ejércitos de infantería se les reclutaba para posiciones auxiliares, como los tambores, un icono de muchos ejércitos del siglo XVIII y XIX.

En el siglo XX quedaron fuera de los ejércitos occidentales, pero en África ocurrió justo lo contrario en los muchos e interminables conflictos civiles. El caso más flagrante es el de Sierra Leona, donde han incurrido en esta práctica tanto los guerrilleros rebeldes como el ejército gubernamental. En muchos casos captan a pequeños que han perdido a sus familias en un ataque y los motivan con la venganza como señuelo.

Tal y como han relatado muchos de ellos en libros-testimonio, su fomación puede iniciarse obligándolos a matar bestialmente a prisioneros, su particular bautismo de sangre. Después se les acostumbra a consumir droga, que ahuyenta sus miedos y mitiga el dolor de las heridas.

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