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El misterioso vuelo de Rudolf Hess

El 10 de mayo de 1941, en plena guerra, el número dos del escalafón nazi se lanzó en paracaídas sobre Escocia y fue apresado por los aliados.

Nacho Otero

Hace 75 años se producía uno de los episodios más rocambolescos de la Segunda Guerra Mundial. En los momentos en que Alemania preparaba el asalto a la URSS (conocido en clave como Operación Barbarroja), Rudolf Hess –a la sazón secretario político de Hitler y número dos del Partido Nazi– voló en solitario y de noche en un bimotor Bf 110 rumbo a Escocia. Logró burlar la vigilancia de la RAFy, tras fallarle el aeroplano, se lanzó en paracaídas. En Gran Bretaña fue hecho prisionero, pese a alegar que había ido allí para iniciar conversaciones de paz.

Hess, nacido en Alejandría (Egipto) en 1894, era un veterano de la Primera Guerra Mundial que, tras conocer al futuro Führer en 1919 y quedar fascinado por este, se había alistado enseguida en el Partido Nazi (participó en el Putsch de Múnich de 1923). Solitario y retraído, su carrera siempre a la sombra de Hitler fue fulgurante: lo ayudó a redactar Mein Kampf en la cárcel, fue su secretario desde 1925 y, tras su llegada al poder en 1933, se convirtió en número dos del Tercer Reich, solo por detrás del líder supremo. Encargado de diversos ministerios, fue siempre la “cara amable” del régimen y mantuvo frecuentes contactos con británicos y americanos.

Precisamente por eso, su extraña acción del 10 de mayo de 1941 sigue siendo objeto de controversia. Los hechos son que, tras almorzar con su camarada Alfred Rosenberg y echar una siesta, a las 17:00 horas partió de la pista de la Luftwaffe de Augsburgo en un Bf 110 rumbo a Escocia; concretamente, en dirección a Dungavel Castle, propiedad del duque de Hamilton que contaba con una pista privada de aterrizaje. Pero la pista tenía las luces apagadas y Hess pasó de largo; al quedarse sin combustible, hubo de lanzarse en paracaídas antes de que su avión se estrellara en la campiña cercana a Glasgow.

Al ser interrogado, Hess comunicó que traía un mensaje del Führer para llegar a un acuerdo de paz con los británicos, algo que sería desmentido enseguida por Alemania. Inmediatamente fue hecho prisionero por la Home Guard y recluido en la Torre de Londres hasta el final de la guerra. Posteriormente fue condenado en Núremberg a cadena perpetua y recluido en la prisión de Spandau (Berlín) hasta su muerte en 1987. El motivo de su viaje sigue siendo un misterio no resuelto: unos creen que traicionó a Hitler porque estaba seguro de que iban a perder la guerra; otros, que su misión secreta era en realidad contactar con altos dignatarios británicos pronazis, como el duque de Hamilton, para derrocar a Churchill y pactar con el Reich, e incluso hay quienes sostienen que fue el acto de un desequilibrado.

Esta última hipótesis parece avalada por el aspecto ausente que mostró en los juicios de Núremberg y por los testimonios de sus guardianes en Spandau, que hablan del deterioro de su salud mental y pérdida de memoria. Pero su muerte siguió abonando las teorías conspirativas: el gobierno británico dijo que se había suicidado ahorcándose en su celda, pero la autopsia encargada por la familia determinó que había muerto por asfixia, dando pie a que se hablara de un asesinato para impedirle hablar. Un poco rocambolesco (tenía 93 años y, aparentemente, demencia senil)… como su misterioso vuelo.

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