¿Quién dimitió como presidente del gobierno español en 1931?
Fue el general Berenguer, que dimite como presidente del Gobierno tras la convocatoria de elecciones y en medio de una fuerte presión oligárquica sobre el rey Alfonso XIII.
Alfonso XIII nombró el 28 de enero de 1930 al general Dámaso Berenguer, jefe de su Cuarto Militar, presidente del gobierno, con el propósito de retornar a la "normalidad constitucional".
Los políticos republicanos y "monárquicos sin rey", así como numerosos juristas, denunciaron que la vuelta a la "normalidad constitucional" era imposible.
El general Berenguer tuvo muchos problemas para conformar su gobierno porque los partidos Liberal y Conservador, después de seis años de dictadura habían dejado de existir, ya que nunca fueron verdaderos partidos políticos sino redes clientelares cuyo único fin era ocupar el poder cada cierto tiempo, gracias al fraude electoral institucionalizado del sistema caciquil.
La política que llevó adelante el gobierno Berenguer tampoco ayudó a "salvar" a la monarquía. La lentitud con que se fueron aprobando las medidas liberalizadoras, hizo dudar de que el objetivo del gobierno fuera realmente restablecer la "normalidad constitucional". Por eso en la prensa se comenzó a calificar al nuevo poder como “dictablanda”: término que alude a la indefinición del gobierno de Berenguer que ni continuó con la dictadura anterior, ni restableció plenamente la Constitución de 1876, ni convocó elecciones a Cortes Constituyentes como exigía la oposición republicana.
A la vista de tantas dificultades, Berenguer convoca elecciones generales para el mes de marzo de 1931, pero los representantes políticos contestaron que jamás participarían en esos comicios, pidiendo la abstención. Ni siquiera los monárquicos como el conde de Romanones hicieron caso de esta propuesta: la gran mayoría sólo quería que Berenguer y Alfonso XIII abandonaran sus puestos.
Finalmente, tras una reunión de urgencia en el Ministerio de la Guerra, Berenguer fue sustituido del cargo de presidente del gobierno por el almirante Aznar, que presidió un gobierno de concentración monárquica, en el cual el propio Berenguer seguía ejerciendo como ministro de la Guerra.
El nuevo gobierno estableció una senda gradual para establecer la vuelta de la «normalidad constitucional» en España: el 12 de abril se celebrarían elecciones municipales, el 3 de mayo serían las elecciones provinciales y en el mes de junio se celebrarían las elecciones generales a unas Cortes Constituyentes para redactar una nueva Constitución que sustituyese a la Constitución de 1876.
No obstante, la monarquía no resistió siquiera la primera prueba electoral y cayó ante la victoria republicana en las principales ciudades españolas.
Tras la instauración de la II República, Berenguer fue encarcelado por las autoridades republicanas por su papel durante la dictadura. Fue procesado ante el Tribunal Supremo en 1932, siendo posteriormente amnistiado durante el bienio radical-cedista en 1934. Desde entonces permaneció apartado de la vida pública y su participación en el golpe de estado militar de Franco.
Publicó un libro de memorias titulado De la Dictadura a la República (1946) y murió en Madrid en 1953.