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La invasión musulmana de la península Ibérica

El 28 de abril de 711, las tropas de Tariq desembarcaron en Tarifa e iniciaron la conquista de la península Ibérica.

Nacho Otero

Hay discrepancias entre unas y otras fuentes históricas sobre si el bereber Tariq ibn Ziyad cruzó el Estrecho por iniciativa propia o cumpliendo órdenes de Musa, gobernador de Ifriqiya. Sea como fuere, lo cierto es que, en la madrugada del 27 al 28 de abril del año 711, desembarcó en la bahía de Algeciras con un ejército de unos 7.000 hombres fundamentalmente bereberes, aunque también había entre ellos árabes e incluso cristianos del norte de África.

Tariq instaló su cuartel general en el peñón de Gibraltar (nombre que deriva del de este conquistador: Ŷebel at-Tariq, “Montaña de Tariq”), bien protegido por su altura, mientras iba recibiendo a su ejército en sucesivos desembarcos. Desde allí, comenzó el saqueo y toma de zonas y ciudades de la baja Andalucía que dio inicio a la invasión del reino visigodo por dirigentes musulmanes del Califato Omeya. Esta invasión se prolongó quince años, hasta 726, y ocupó casi toda la península Ibérica.

Tariq se aprovechó de que el conde de la Bética estaba con el rey visigodo, Rodrigo, en una campaña en el norte, al parecer contra los vascones. Además, en años anteriores se habían producido varias incursiones militares musulmanas contra algunas ciudades del sur que habían sido rechazadas o se habían retirado al poco tiempo, por lo que esta incursión de Tariq no despertó inicialmente una gran preocupación. Sólo al ver que las fuerzas locales no podían con él y que avanzaba sin retirarse, reaccionó Don Rodrigo y le plantó cara en la batalla de Guadalete (arriba a la izquierda, en un cuadro de Mariano Barbasán).

Fue la primera de una larga serie de victorias de los invasores. La ocupación se extendió hasta el norte peninsular e incluso el sur de Francia y dio lugar a los casi ocho siglos de presencia musulmana en España, hasta que su completa expulsión por los Reyes Católicos en 1492 puso fin a la Reconquista. Esta pugna entre dos mundos fue la génesis tanto de Al-Ándalus como de los principales reinos cristianos medievales peninsulares, y dejó una honda huella en nuestra Historia y nuestra cultura.

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