¿Escribió Darwin un best seller?
Su libro sobre la teoría de la evolución fue todo un superventas... para la época en que se publicó.
El 24 de noviembre de 1859, Londres vivió un auténtico fenómeno editorial, un boom literario... a la escala de aquellos tiempos. Así, los 1.250 ejemplares de El origen de las especies puestos a la venta ese día se agotaron en la misma jornada, y los libreros recibieron innumerables peticiones de sus suscriptores. El propio Darwin señalaría años después en su Autobiografía que "tuvo mucho éxito desde el primer momento". Los datos lo demuestran: para 1861, el libro ya había sido reimpreso dos veces -la segunda y tercera edición se publicaron respectivamente en 1860 y 1861- y llevaba 16.000 copias vendidas sólo en Inglaterra.
Era una cifra apabullante en la época para una lectura difícil, muy alejada de los novelones y folletines que, entonces como ahora, causaban furor entre el gran público. Además, para la década de 1870 estaba disponible en todas las lenguas europeas y pronto sería traducido a todos los idiomas cultos, del chino y el japonés al hebreo. Desde entonces hasta hoy ha seguido reeditándose periódicamente y vendiendo millones de ejemplares en el mundo entero. Y, por si hiciera falta una prueba más de su impacto y trascendencia, Darwin es el segundo científico más veces citado en otros libros y artículos, por detrás de Bertrand Russell y por delante del mismísimo Einstein, que ocupa el tercer puesto en el ranking.
Son varios los factores que explican que un libro de materia en principio tan árida como la biología resultara ser un best seller. En primer lugar, la pasión de la sociedad victoriana por todo lo científico hizo de la publicación de la obra un evento muy esperado: por aquel entonces no existía el marketing, pero Darwin llevaba veinte años –los mismos que tardó en elaborar su teoría– siendo una celebridad, desde que en 1839 su Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo fuera ya un gran éxito de ventas. Y la Medalla de la Royal Society, recibida en 1853, lo había consagrado además como eminencia de las ciencias naturales.
Además, el estilo de El origen de las especies tiende a lo divulgativo: el libro está cargado de metáforas y analogías para hacerlo más comprensible, algo que le sería reprochado por muchos científicos (y que hoy sigue incomodando a algunos). Finalmente, hubo otra circunstancia que favoreció su éxito: enterado de que Alfred Russell Wallace había concluido un ensayo coincidente con el suyo y le ofrecía una presentación conjunta de ambos trabajos, Darwin se entregó a una frenética actividad a lo largo de trece meses y diez días para acabar un libro de tamaño mediano, sin lo cual, admitiría, "muy pocos habrían tenido la paciencia de leerlo".