Pavos suministradores de víveres en la Guerra Civil
Los pavos fueron abastecedores de provisiones a los refugiados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza (Jaén).
El 18 de agosto de 1936, el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés decidió refugiarse en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar (Jaén).
El grupo de refugiados estaba compuesto por 165 miembros de la Benemérita, 44 paisanos y 4 sacerdotes, junto con sus familiares; en total, unas 1.200 personas.
Pronto pasaron al encierro voluntario –incluso bajaban a Andújar a por provisiones y a recibir atención médica– a sufrir el asedio de las tropas republicanas.
La única forma de aprovisionamiento era aérea, ya que los víveres venían desde Sevilla y Córdoba, pero era imposible utilizar los paracaídas para hacerles llegar los suministros por la dificultad de dejarlos caer en el pequeño reducto del santuario.
Así que decidieron utilizar dos técnicas: una, lanzarse en picado hacia el objetivo para aproximarse lo máximo posible y, una vez soltados los suministros, remontar rápidamente; y dos, la técnica del pavo para las provisiones más delicadas y de poco peso (medicamentos).
Este último sistema consistía en soltar pavos, a los que previamente se les habían atado provisiones, desde la vertical del objetivo; con su frenético aleteo, que no les permite volar pero si frenar la caída, aterrizaban sin romper la valiosa carga para los refugiados.
Además, este curioso paracaídas también se podía comer.
Gracias a estos "pavos paracaidistas", los sitiados aguantaron 9 meses. El 1 de mayo de 1937 cayó el Santuario ante la ofensiva de los republicanos.