El zulo de Ortega Lara: supervivencia extrema
El secuestro más largo de ETA tuvo un nombre: Juan José Ortega Lara. Secuestrado 532 días en un zulo de 3 m (largo) x 2,5 m (ancho) x 1,80 m (alto).
Desde la villa de Salinas de Léniz, el río Deva esquiva decenas de montes vascos y va escanciando su caudal entre las localidades guipuzcoanas de Vergara, Oñate y Elgóibar. En 1996, a su paso por la industrial Mondragón, la corriente se filtraba en forma de humedad entre las maderas de un cuchitril de 3 metros horadado en la roca. Era el nicho que los secuestradores de ETA habían excavado para encerrar al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. El zulo (agujero, en vasco) tenía una altura de 180 cm, veinte menos que las dimensiones de un ataúd. José Antonio Ortega Lara ejercía como funcionario de prisiones en la cárcel de Logroño cuando fue secuestrado por la banda armada. Tras año y medio de reclusión fue liberado por la Guardia Civil con 23 kilos menos y sin apenas masa muscular.
¡Ante todo, sobrevivir!
Su único contacto posible con el exterior era un pequeño ventanuco por el que tres miembros del comando Gohierri le pasaban a diario un plato con fruta y verdura y recogían el orinal con sus excrementos. Cuando, el 30 de junio de 1997, la Guardia Civil acudió a rescatarle, Ortega Lara gritó: “¡Matadme de una vez!”. Había sufrido durante 532 días la tortura de ser enterrado en vida.