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Jemeres rojos: genocidio en el paraíso

En menos de cuatro años, Pol Pot, líder de los jemeres rojos, convirtió los arrozales camboyanos en campos de la muerte.

Que un país celebre el Día Nacional del Odio dice mucho del trance que debió sufrir. Cada 20 de enero, miles de camboyanos descargan su dolor gritando maldiciones contra el tirano que convirtió sus arrozales –como éste de Khone Island– en los famosos “campos de la muerte”. Pol Pot, infame líder de los jemeres rojos, sólo necesitó tres años y ocho meses (1975-1979) para llevar a Camboya a la ruina absoluta, frenando su desarrollo y asesinando a dos millones de personas, más de un 20% de su población. Su fatídica utopía de instaurar un Estado comunista agrario le llevó a imponer el monocultivo de arroz, en un intento de triplicar la producción.

Advertencia letal

Ni las jornadas de 18 horas, ni la utilización de los cadáveres como abono, ni las continuas torturas lograron evitar que los supervivientes desfallecieran de hambre mientras escuchaban la consigna favorita del Líder Máximo: “El que protesta es un enemigo; el que se opone, un cadáver”.

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