El secuestro de un rey
En el castillo de Dürstein (Austria) Ricardo I de Inglaterra pasó años de cautiverio hasta su liberación.
La Edad Media fue un período caracterizado por las luchas constantes entre reinos. En este contexto de desconfianza mutua entre reyes y señores feudales, cruzar zonas de Europa controladas por una casa rival podía suponer desde el cautiverio a la muerte.
Este riesgo fue el que tuvo que correr el monarca Ricardo Corazón de León, que, a su vuelta de las Cruzadas en 1192 y tras haber encallado su barco cerca de Aquilea (norte de Italia), tuvo que tomar la ruta terrestre que cruzaba Europa central para conseguir llegar a Inglaterra. Disfrazado de templario para que no lo descubrieran, fue capturado cerca de Viena por el duque Leopoldo V de Austria, que lo llevó como prisionero ante el emperador Enrique VI de Alemania.
Ricardo pasó unos años en cautiverio en el castillo de Dürstein esperando a que alguien pagase el altísimo rescate que impuso el emperador alemán. Ni sus hermanos (Juan sin Tierra intentó con Felipe II de Francia sobornar al emperador con 80.000 marcos para que tuviese retenido a Ricardo más tiempo), ni el papa Celestino III se preocuparon por él.
Este riesgo fue el que tuvo que correr el monarca Ricardo Corazón de León, que, a su vuelta de las Cruzadas en 1192 y tras haber encallado su barco cerca de Aquilea (norte de Italia), tuvo que tomar la ruta terrestre que cruzaba Europa central para conseguir llegar a Inglaterra. Disfrazado de templario para que no lo descubrieran, fue capturado cerca de Viena por el duque Leopoldo V de Austria, que lo llevó como prisionero ante el emperador Enrique VI de Alemania.
Ricardo pasó unos años en cautiverio en el castillo de Dürstein esperando a que alguien pagase el altísimo rescate que impuso el emperador alemán. Ni sus hermanos (Juan sin Tierra intentó con Felipe II de Francia sobornar al emperador con 80.000 marcos para que tuviese retenido a Ricardo más tiempo), ni el papa Celestino III se preocuparon por él.
Sería su madre, Leonor de Aquitania, la que consiguiese reunir el dinero, que quintuplicaba el ingreso anual de la corona inglesa en aquella época. El 4 de febrero de 1194, Ricardo fue liberado, dejando tras de sí uno de los secuestros más rentables de la Historia.