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Golda Meir, una política sin fisuras

Política visceral y carismática, Golda Meir lideró el Estado judío con mano de hierro.

Se llamaba Golda Myerson, hasta que en 1956 cambió su apellido por Meir, por expresa petición del primer ministro israelí Ben Gurión, que quería que la nueva responsable de Asuntos Exteriores de la joven nación luciera un apellido más hebreo. La comunidad internacional la recuerda como una política visceral y de gran carisma. En su país, su figura es rememorada como una de las primeras jefas de gobierno del mundo, pero también como la mujer cuya intransigencia con los árabes provocó la traumática Guerra de Yom Kipur.
Nació en Kiev (Ucrania) en 1898, en el seno de una humilde familia judía tradicionalista. Tras una infancia de penalidades, viajó con sus padres a Wisconsin (EE UU), donde vivió una adolescencia difícil. Su padre intentó que se casara con un pretendiente mucho mayor, lo que obligó a Golda a abandonar su hogar. Durante años vivió en Denver, Colorado, etapa en la que se inició en el sionismo. En 1917 emigró a Palestina junto a su prometido, Morris Myerson.
Ya casados, se trasladaron a Jerusalén y empezaron a trabajar en la empresa constructora de la Histadrut, organización sindical que tiempo más tarde la nombró directora de su rama femenina. Al finalizar la II Guerra Mundial, coordinó las negociaciones de los judíos con las autoridades inglesas para llegar a un acuerdo de partición de Palestina.
Tras la histórica decisión de la ONU de crear el Estado judío en noviembre de 1947, David Ben-Gurión la envió a EE UU para recaudar dinero para armar al Ejército israelí, que inevitablemente se iba a enfrentar a los árabes. El 14 de mayo de 1948 fue declarada la independencia del Estado de Israel y en el mismo acto la nombraron primera embajadora de su país ante la URSS. En 1951 murió su marido, Morris, con el que tuvo dos hijos.
Su carrera política fue vertiginosa. Una vez regresó de Moscú, fue nombrada ministra de Trabajo y Seguridad Social y en 1956 ocupó la cartera de Asuntos Exteriores, siendo una de las primeras mujeres judías que llegaban a la Knéset (Parlamento de Israel). La repentina muerte del primer ministro Levi Eshkol en 1969 la catapultó a lo más alto de la cúpula dirigente del país. Durante su mandato, la primera ministra tuvo que afrontar los ataques palestinos de 1972 y el asesinato de once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich. Aquella matanza provocó las iras de Golda Meir, que ordenó a los Servicios de Inteligencia la Operación Cólera Divina para acabar con los terroristas.

Grande de la Patria

Su desconfianza hacia los árabes y su obstinada resistencia a buscar la paz fueron los detonantes de la Guerra de Yom Kipur. El ataque de los países vecinos cogió por sorpresa a la primera ministra. En abril de 1974, Golda Meir se retiró a la casa de su hija Sara, en el Kibutz Revivim. Falleció cuatro años después, en 1978, y fue sepultada en el panteón de los “Grandes de la Patria”, en el monte Herzl de Jerusalén.

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