Indira Gandhi, la dama de hierro de la India
Indira Gandhi tuvo que superar todas las reticencias, en un país tradicionalmente machista, y resultó una primera ministra de las que dejan huella
Su elección como primera ministra en un país tan tradicionalista, en el que muchos ven el nacimiento de una niña como un símbolo de infelicidad, constituyó un hecho histórico cuyo eco sobrepasó la India y retumbó en todo el continente asiático. Nació en 1917 en la ciudad de Allahabad, a orillas del río Ganges, en el seno de una familia acomodada. Su apellido lo tomó de su marido, Feroze Gandhi, que no tenía ningún parentesco con Mahatma Gandhi.
Su padre, Jawaharlal Nehru, fue uno de los líderes independentistas que lucharon por el fin del dominio colonial británico, llegando a ocupar el cargo de primer ministro de la India. En su infancia, Gandhi mostró una gran capacidad oratoria, talento del que había de sacar gran provecho en el futuro. Fue educada en algunas de las mejores universidades de Suiza e Inglaterra.
Su carrera política comenzó en 1947, cuando su país alcanzaba la independencia. En los años cincuenta, Indira Gandhi ya era la mujer más influyente en la India. En 1964 falleció Nehru y su sucesor, Lal Bahadur Shastri, murió inesperadamente dos años después. En 1966 Indira Gandhi entró en la Historia al ser elegida por el Parlamento indio como nueva primera ministra.
Su gobierno aceleró la industrialización del país, incrementó la rivalidad militar con Pakistán y estrechó contactos con la URSS, lo que provocó el enfriamiento de las relaciones con Washington.
En 1974, la primera ministra autorizó el estallido de una bomba nuclear en la región de Rajastán, convirtiendo la India en el sexto país que lograba entrar en el denominado “Club Nuclear”. Meses después, Indira Gandhi suspendía las garantías constitucionales y suprimía la prensa independiente. ¿La razón? Según ella, era la única forma de luchar contra la corrupción, la crisis económica y la sequía.
Víctima del odio sij
Aquella etapa de mano dura se mantuvo hasta que en 1977 la primera ministra decidió convocar unas elecciones de las que saldría derrotada. Semejante batacazo le costó a Indira Gandhi la expulsión del Parlamento y del Partido del Congreso. La caída en desgracia se agravó al ser acusada de abuso de poder, por lo que pasó una breve estancia en la cárcel. Pero la dama de hierro asiática resurgía de sus cenizas en 1980 al ganar las elecciones y recuperar su cargo de primera ministra.
En aquella década, India logró hacerse un hueco entre las quince naciones con más peso económico en el mundo, a pesar de la extensión de la pobreza. Tras afianzarse como líder de los países del Tercer Mundo, le concedieron la presidencia de la Conferencia del Movimiento de Países no Alineados. Había logrado escapar de dos atentados, pero en 1984 fue asesinada por dos miembros de su guardia de seguridad de religión sij.