¿Quiénes fueron los primeros sicarios?
También la secta de los Asesinos, una rama ismaelita del siglo XI, presentaba las mismas características mesiánicas que los alucinados kamikazes de Al Qaeda.
Desde el antiguo Egipto, Mesopotamia y Roma a nuestros días, pasando por los convulsos siglos XIX y XX, la Historia está llena de conspiraciones cuyo propósito era acabar con la vida de un rey o político y asaltar el poder.
La primera manifestación histórica de conspiración terrorista se produjo en Palestina en el año 66 de nuestra era con los sicarii, un grupo radical que luchó contra los romanos y los palestinos que los apoyaban. Estos terroristas primitivos atacaban a sus enemigos en días festivos, cuando la multitud que se congregaba en Jerusalén les permitía actuar con mayor impunidad.
Del nombre de sicarii, que provenía de la espada corta (sica) que escondían bajo las túnicas, ha derivado la palabra sicario. Los que eran atrapados y condenados a muerte consideraban su ejecución como un martirio glorioso que les abría las puertas del paraíso; una actitud similar debió de animar al piloto suicida Mohamed Atta cuando estrelló un avión contra la Torre Norte del World Trade Center de Nueva York, en septiembre de 2001.
También la secta de los Asesinos, una rama ismaelita del siglo XI, presentaba las mismas características mesiánicas que los alucinados kamikazes de Al Qaeda. Su líder espiritual, Hassan Sabbah, también conocido como el Viejo de la Montaña, urdía sus complots asesinos desde su escondite. Allí proporcionaba hachís a sus hombres para anticiparles los placeres de un paraíso celestial al que accederían tras cometer actos terroristas suicidas. El uso del cannabis hizo que esta secta ismaelita fuera llamada hachachín, un término que los cruzados franceses que merodeaban por Oriente Próximo convirtieron en assassin, de donde deriva la palabra “asesino”.
Las conspiraciones criminales también pueden ser dirigidas desde el poder, como en el caso de Enrique VIII, rey de Inglaterra, que además de ejecutar a dos de sus esposas, Ana Bolena y Catalina Howard –que serían decapitadas en la Torre de Londres–, ordenó que fueran asesinados sus ministros Thomas Moro y Thomas Cromwell.
Remite al artículo Complots asesinos, de Fernando Cohnen. Puedes leer más sobre el tema en el último número de Muy Historia, dedicado a las GRANDES INSPIRACIONES DE LA HISTORIA.
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