La Rosa blanca: el piloto más temido en la Segunda Guerra Mundial tenía nombre de mujer
La joven piloto del ejército soviético más temida por la aviación alemana fue Lidiya Litvak.
El 13 de septiembre de 1942, durante la dura batalla sobre los cielos de Stalingrado, una escuadrilla de bimotores de bombarderos alemanes (stukas) trataba de alcanzar sus objetivos en la sitiada ciudad, cuando fueron interceptados por un puñado de cazas soviéticos La-5. Antes de que la escolta de Me 109 que los protegía fuese capaz de impedirlo, uno de los bimotores alemanes caía envuelto en llamas, alcanzado por los certeros disparos de uno de los agresivos cazas rusos.
Inmediatamente, acudió en ayuda de un compañero en apuros derribando con puntería certera al 109 que amenazaba su cola. El piloto pudo saltar en paracaídas, cayendo en zona enemiga. El caza soviético –mimetizado verde y negro– llevaba una flor blanca pintada en el morro y, para sorpresa del cazador alemán, resultó llevar en su interior una guapa y joven piloto, Lidiya Litvak. Pronto sería conocida como “Lirio blanco” o “Rosa blanca” y murió en combate un año después con doce victorias en su haber.
Se dice que los pilotos enemigos aprendieron a temer su avión, reconocible por la flor, y a huir de ella antes de que fuera demasiado tarde. Esta notoriedad fue tal vez la causa de su muerte: ocho cazas alemanes, que la habían descubierto dando escolta a un grupo de aviones de ataque que regresaban de una misión, se concentraron en ella hasta conseguir abatirla.
Sus restos no se encontraron hasta 1979, enterrados bajo el ala de su Yak-1, cerca de la aldea de Dmitriyevka.
Puede, sin embargo, que todos estos extremos formen parte de una leyenda que no es, en el fondo, más que un tributo a la valentía y la destreza no sólo de Lidiya, sino también a la de los muchos miles de mujeres aviadoras y mecánicas, armeras y especialistas que combatieron codo con codo en la defensa de la URSS.