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Alfonso XI, el Justiciero, y la batalla de El Salado

El rey castellano Alfonso XI, vencedor en la batalla de El Salado, impidió que los norteafricanos volvieran a desembarcar en la Península.

La decisiva batalla de El Salado puso fin a los intentos de desembarco norteafricanos en la Península en apoyo de los nazaríes de Granada. Terminaron así las disputas por el Campo de Gibraltar, en las que habían intervenido Portugal, Aragón, Génova y Castilla contra Granada y los benimerines del reino de Fez, con victorias y derrotas alternas. El momento culminante llega el 30 de octubre de1340. El sultán meriní Abul Hasán Alí y los granadinos se enfrentan a los castellanos de Alfonso XI el Justiciero (1311-1350) y a los portugueses de Afonso IV en el río Salado, en una batalla campal, a la que los benimerines no estaban acostumbrados. Contingentes castellanos se dirigieron a saquear el real de Abul Hasán Alí, pese a la prohibición del rey, y otros castellanos aprovecharon el hecho para atacar por la retaguardia a los musulmanes.

Derrota musulmana

La operación tuvo éxito y, mientras tanto, los portugueses derrotaban a los granadinos con ayuda de las huestes de Alfonso XI. La caballería castellana, superior a la musulmana, rompió la primera línea defensiva meriní, lo que desbarató a los defensores. Los demás contingentes musulmanes se retiraron, creyéndose derrotados, y los cristianos se abandonaron a una matanza de vencidos. Alfonso XI pudo hacerse, además, con casi todo el botín de los saqueadores.

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