La Edad Media española en la Ficción
Rescatamos algunas películas poco conocidas ambientadas en el medievo español.
La Edad Media española es mucho más que el Cid, aunque haya sido tocada en contadas veces por el cine de su propio país: recrear épocas pasadas en la pantalla siempre sale muy caro, y la industria cinematográfica española nunca se ha distinguido por lo generoso de sus presupuestos. Por ello, las cintas ambientadas en la época se refugian en decorados de estudio, o adaptan a sus necesidades algunos escenarios reales por donde se pasean yelmos y cotas de malla. Con todo, hay títulos interesantes que dirigen sus miras a escenarios menos conocidos: cuando Vicente Aranda rodó Tirante el Blanco (2006), las intrigas sexuales que se comen casi todo el metraje le dejaron tiempo, no obstante, para introducir alguna escena sobre el aspecto de los almogávares que forman las tropas de Tirante -“¿Cómo un caballero tan delicado puede llevar a tan sucios rufianes consigo?”, comenta una dama- y sobre sus métodos de lucha a pie, cortando el cuello de los caballos del enemigo con unos temibles cuchillos de carnicero.
Estos mismos soldados fueron protagonistas de una película de dibujos animados, Despertaferro (1990), dirigida por Jordi Amorós, en la que un niño del siglo XX viaja por medio de la magia a la Constantinopla del XIV para intentar impedir las matanzas cometidas por los almogávares en Bizancio como respuesta a los ataques sufridos (lo que se conoció como “venganza catalana”); pero, aunque la película dejó un buen recuerdo en quienes la vieron, no hay que olvidar que era una producción para niños enfocada principalmente a la fantasía.
No era esta la primera vez que de las autonomías salían cintas centradas en contar la historia local; en 1984, Alfonso Ungría había rodado La conquista de Albania, que narraba la historia de la expedición organizada en el siglo XIV contra ese país, formada por unos 800 soldados navarros comandados por el rey Carlos II de Evreux. Destrozada por la crítica por tediosa y falta de nervio, se resaltaron también los evidentes anacronismos introducidos con calzador para “vasconizar” lo más posibe la ambientación, aunque su director aseguraba que, guerreros aparte, habían cuidado la veracidad histórica y tocado temas de tanta importancia como “las motivaciones de la nobleza y la actitud del pueblo llano”.
Remite al dossier Un medievo por explotar, de Vicente Fernández de Bobadilla de Fernando Cohnen en la revista Muy Historia número 72.
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